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Plan del Hospital General para curar la adicción a los fármacos contra el dolor

Investigadores del centro desarrollan un programa para ayudar al paciente a superar la dependencia en 6 meses - El protocolo introduce factores genéticos para predecir qué enfermos necesitarán más analgésico

Imagen del equipo de investigadores del Hospital General que ha desarrollado el programa. alex domínguez

Investigadores del Hospital General de Alicante han diseñado e implantado un programa para detectar y ayudar a aquellos pacientes que desarrollan una adicción a los opioides, fármacos empleados para el tratamiento del dolor crónico. Este protocolo ha sido reconocido recientemente por la Real Academia Nacional de Farmacia, que le ha concedido el Premio Alcaliber-Iberoamérica.

El 17% de la población sufre dolor crónico, que según el Ministerio de Sanidad es aquel que se mantiene durante más de tres meses. Para la mitad de estas personas, el dolor es tan intenso que tienen serias dificultades para desarrollar sus rutinas y para trabajar. Incluso el Ministerio de Sanidad califica esta situación como un «importante problema de salud, siendo el dolor crónico una de las principales causas de las consultas médicas».

Los casos más graves son atendidos en las unidades del dolor de los hospitales y a los enfermos se les aplican tratamientos a base de opioides, que a la larga pueden generar dependencia. Aunque en el ámbito hospitalario estos pacientes están muy controlados y la cifra de enfermos que se hacen adictos a estos medicamentos no es muy elevada, «cuando aparece un caso es un problema muy serio, porque el paciente sigue sintiendo dolor y a la vez ha generado una dependencia hacia esos fármacos», explica Ana Peiró, coordinadora del grupo de investigación en Neurofarmacología aplicada al dolor y diversidad funcional del Hospital General- Instituto de Investigación Sanitaria y Biomédica de Alicante (Isabial).

El grupo que dirige Ana Peiró ha tomado como referencia un protocolo elaborado previamente por el Plan Nacional sobre Drogas para diseñar uno propio que han implantado con éxito en el Hospital General de Alicante. Este protocolo detecta qué pacientes tienen adicción a los fármacos y establece las pautas para ir reduciendo la morfina y sustituyéndola por un opioide más seguro sin generar síndrome de abstinencia. La mayor novedad que ha incorporado el equipo de investigadores alicantinos es la de introducir marcadores farmacogenéticos «que permiten adelantar cómo va a responder un paciente al tratamiento», afirma Javier Muriel, farmacéutico e investigador predoctoral de Isabial. En este sentido, los investigadores han comprobado como pacientes con una mutación en un determinado gen van a necesitar de más dosis de morfina para aliviar el dolor. Otra de las novedades de este programa es que la deshabituación se hace de manera ambulatoria, «siendo la única unidad que trabaja de esta manera», explica Peiró.

El programa para curar la adicción a los opioides dura seis meses y en él intervienen numerosos especialistas: psiquiatras, psicólogos, farmacólogos o terapeutas ocupacionales, entre otros. Además de las consultas, al paciente se le realiza un control telefónico periódico con el fin de evitar el temido síndrome de abstinencia.

Los resultados de este programa están siendo muy positivos, afirma Ana Peiró. «Los pacientes recuperan su vida y pueden volver a trabajar».

Población con dolor

En España, el 17% de la población adulta y el 37% de los niños entre 8 y 16 años padece dolor crónico. Según un reciente informe de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, el consumo de opioides en España ha pasado de 7,25 dosis diarias definidas por 1.000 habitantes y día en el año 2008 a 13,31 en el año 2015, lo que supone un incremento del 83,59%.

Pese a estas elevadas cifras, Ana Peiró cree que en España existe un infradiagnóstico de casos. «La gente cree que tener dolor es algo normal y por eso no acude al médico, cuando el dolor es una enfermedad que tiene que ser tratada. Es un derecho humano», añade la investigadora del Hospital General. Para Peiró, que aumente la prescripción de opiáceos en España «es un item de calidad, que significa que se trata bien el dolor».

En este sentido, a juicio de la investigadora, España aún está lejos de que la adicción a los opioides se convierta en un problema de salud pública, como está ocurriendo en otros países como EE UU.

Donde sí tiene impacto el dolor es en el ámbito laboral. Un reciente estudio difundido por la Sociedad Española del Dolor señala que el promedio de días perdidos por dolor en España es de 16,8 al año. La lumbalgia es la principal causa del gasto público, pues hasta el 80% de la población la padece en algún momento a lo largo de su vida. Esta enfermedad genera dos millones de consultas al año en Atención Primaria y es la causa más frecuente de incapacidad laboral en adultos menores de 50 años.

El perfil donde se concentra un mayor número de personas con dolor es en la franja de mayores de 51 años, según destacan desde la Sociedad Española del Dolor. Predomina en las mujeres más que en los hombre y los dolores más comunes son los moderados de tipo osteoarticular degenerativo.

La Sociedad Española del Dolor también pone el acento en el hecho de que el dolor y, sobre todo, «su mal abordaje, provocan consecuencias económicas importantes». De hecho, se estima que su coste es de alrededor de un 3% del PIB en Europa, por los costes tanto directos (recursos humanos, coste de materiales y técnicas, camas hospitalarias, gasto farmacológico, etc.), como indirectos (absentismo laboral, bajas, disminución de la productividad del paciente que sufre dolor, pensiones, indemnizaciones, etc.) relacionados con el dolor.

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