La Ley de Presupuestos de la Generalitat para el ejercicio de este año 2018, da por primera vez potestad a la Conselleria de Educación para recortar el dinero que reciben los centros educativos, siempre que exista un excedente económico en sus cuentas finales, tras hacer frente a los gastos básicos de funcionamiento como son los de la luz y el agua.

Portavoces de los directores tanto de institutos de Secundaria como de Formación Profesional, coinciden en sus protestas ante esta medida que, temen, les deje sin poder hacer frente a imprevistos que ahora cubren gracias a ese remanente.

Carlos Navas, miembro de la asociación autonómica de directores de institutos, lamenta que el nuevo articulado en la Ley de Presupuestos, inédito hasta el momento en la gestión de los centros educativos, «penaliza a los que hacen el esfuerzo de ahorrar».

Director a su vez de un centro integrado de FP en San Vicente del Raspeig, Navas detalla que los responsables de centros que se esfuerzan pueden llegar a ahorrar una media de entre 6.000 y 20.000 euros al año, en función del tamaño de cada centro, con una serie de prácticas que han logrado hacer habituales desde que reciben puntualmente los fondos por parte de Educación.

«Desde que el dinero para los gastos de funcionamiento de los institutos proceden del FLA -los Fondos de Liquidez Autonómico-, se puede pagar al contado por las reposiciones de todo el material de prácticas y las empresas te hacen importantes descuentos si lo gestionas bien», afirma Navas. «Que pague el FLA puntualmente nos permite ahorrar», reconoce.

Aunque el FLA depende de las arcas estatales, desde el Consell se ha hecho un esfuerzo para primar los fondos que necesitan los servicios de Educación, Sanidad y Servicios Sociales. «Con el actual Consell llega el dinero a tiempo por primera vez en mucho tiempo a los centros, lo que nos permite gestionar con previsión y ahorrar», admite a su vez José Antoni0 Perelló, otro portavoz del colectivo de directores de institutos.

El ahorro

Además de poder ahorrar en la compra de activos químicos para los laboratorios de prácticas; de material clínico en los ciclos de Sanidad; de cables de transmisión, aparataje y material eléctrico en las prácticas de automoción; y de utillería de herramientas en general, los directores afirman que hacen ímprobos esfuerzos para ahorrar en limpieza, papel e incluso en calefacción.

«La gran mayoría de los centros educativos evitamos usar papel, gestionamos cualquier comunicación via online, en las plataformas digitales, y reducimos de una forma importante el volumen de fotocopias también y de la documentación que genera la secretaría del centro», apunta Navas.

Las revisiones de la calefacción con la suficiente antelación evitan asimismo el cuantioso cargo que en otras ocasiones generaba la climatización de las aulas. «Tener la caldera a punto y sin fugas supone ahorrar casi el triple de gasto en gasoil, y pagar 5.000 euros en lugar de 14.000 euros», afirman.

Los proyectos europeos a los que se presentan los centros educativos, así como las donaciones de empresas, pasan igualmente a formar parte de la cuenta única de cada uno de los institutos «y en lugar de valorar que se consigan estas cosas, te pueden penalizar», lamenta Navas.

Aseos y libros

El IES Canastell, sin ir más lejos, tiene previsto este año arreglar los aseos de los alumnos. «El año pasado tiramos los de los profesores que estaban muy mal, y hemos ido guardando para esta otra obra porque tenemos que encargarnos del mantenimiento con lo que recibimos de Educación

También tienen en proyecto poner un ascensor en el centro para los 14 alumnos con necesidades especiales, y aseguran que resulta más económico si lo gestionan internamente que si se encarga Educación y lo detrae después el presupuesto, por lo que insisten en que una buena gestión no debería penalizarse.

«Muchos centros ahorramos porque lo pasamos muy mal hace tiempo, cuando estuvimos un año y medio sin recibir fondos, y nos hemos acostumbrado a ser muy previsores», añade Perelló. En el IES Bahía Babel de Alicante que dirige, aprovecharon 14.000 euros de su remanente en las cuentas para completar el banco de libros «y que ninguna familia tuviera que pone dinero», concluye.