A Sergio Bolufer, de 27 años, le metió el gusanillo por este mundo de fantasía su hermano, quien le inculcó «Dragon Ball» cuando lo veía de pequeño. «Ya era hora de que abrieran más tiendas así», dijo tras comprar dos muñecas «Pop» para «mi habitación friki», llena de figuras, cómics y pósters.