La otra cara de la misma moneda. La ampliación del consultorio médico del Garbinet ha dejado sin sitio para desarrollar sus actividades a los jóvenes que acudían al centro social del barrio.

El consultorio médico está ubicado en el mismo centro social gracias a que el Ayuntamiento de Alicante cedió en 2011 a la Conselleria de Sanidad un espacio para poder ponerlo en marcha y paliar así la falta de un centro de salud en la zona. Desde un primer momento, los vecinos se quejaron de que la instalación era insuficiente y que los pacientes y trabajadores estaban como «sardinas en lata».

Hace unos meses se emprendió la tan esperada ampliación del consultorio. El problema es que ha sido a costa de incorporar los espacios destinados al centro socio educativo para menores que funcionaba en el mismo edificio. Así, finalizadas las vacaciones de Navidad, «nos hemos quedado sin espacio para trabajar con los chicos, quienes ya no pueden acudir por las tardes a hacer talleres», explican trabajadores del centro. La única solución que ha dado el Ayuntamiento «es que busquemos otro local para continuar con los talleres, pero en este barrio no hay tantos locales municipales que podamos utilizar», explican las mismas fuentes.

El centro social del Garbinet atiende a cinco barrios de la ciudad de Alicante: Carolinas Altas, Carolinas Bajas, Pla del Bon Repós, Garbinet y Barrio Obrero. La población atendida es de 21.500 personas. En todo este distrito no hay ningún recurso público para los jóvenes. En el centro socio educativo acudían menores de entre 6 y 18 años, que participaban en actividades lúdicas y formativas en horario extraescolar y de manera gratuita.

«Cumplíamos sobre todo una labor preventiva, ya que en muchos casos son chicos procedentes de familias conflictivas, que aquí encontraban una alternativa para no estar por las tardes en la calle sin hacer nada». Por lo tanto, a juicio de estos trabajadores, con la reestructuración del centro social «se ha perdido un espacio de protección para aquellos menores que están en situación de vulnerabilidad». También creen que se pierde una oportunidad de hacer un trabajo intergeneracional entre los jóvenes y los mayores del barrio que a diario acuden al centro social.

Los trabajadores ahora no tienen ni siquiera un espacio en el que guardar el material de los talleres mientras se encuentra un nuevo local, por lo que tienen que amontonarlo por distintos rincones del centro.

Un grupo de trabajadores, indignados con la situación, han recogido firmas y han registrado un escrito de queja en el Ayuntamiento, «pero nadie nos ha hecho caso». Para estos empleados municipales, en este caso «se han primado los intereses sanitarios frente a los sociales, que como siempre pasan a un lugar secundario, marginal e invisible».

Según entienden, «estos intereses deben ir unidos ya que ambos, el sistema sanitario y el de servicios sociales, tiene como fin ultimo la salud de las personas y su desarrollo integral. Por tanto, entendemos que debemos sumar, no restar».