«El niño es el eje, nosotros lo que tratamos es de potenciar su talento, de encender la llama». Con esta premisa, un grupo de maestros comprometidos con la renovación pedagógica decidió hace un año reunirse cada semana para intercambiar experiencias sobre educación, aprendizaje y cómo trasladar a la práctica toda la formación realizada. Lo que nació de improviso por la inquietud de unos pocos profesores ha acabado conformando una enorme marea de ilusión y motivación en la que ya están enrolados más de 240 profesionales.

El proyecto, llamado Tardes Pedagógicas, no es una revolución en la forma de educar a los menores, pero sí una renovación que persigue promover el cambio educativo empezando por Infantil y finalizando en la universidad.

¿Pero qué es lo que hace esta red de maestros para poner en práctica sus metodología? Profesores de Infantil, Primaria y Secundaria de la provincia celebran reuniones cada semana y realizan visitas a centros escolares en las que intercambian experiencias sobre prácticas de aprendizaje, siempre teniendo a los pequeños como protagonistas.

«El niño es el centro, hay que respetar su tiempo para el aprendizaje y potenciar sus talentos», afirma Rosa Giménez, maestra del colegio El Faro de Alicante y unas de las impulsoras y fundadoras de Tardes Pedagógicas, junto con Mamen Sanguino y Beatriz García.

«Somos herederos de la escuela prusiana, y hay que romper con eso, es un proceso largo pero ilusionante», afirma García, que da clases en el centro La Almadraba de Alicante. La profesora pone un ejemplo claro: «En la escuela tradicional, el niño es como un vaso vacío y hay que llenarlo; nosotros lo que hacemos es acompañar al pequeño en su proceso de aprendizaje, qué puede desarrollar, encender la llama, sacar su potencial, no hay pautas, ellos van a su ritmo, no son muñecos, cada uno se mueve de una manera y aprende a su modo».

Pedagogía

Las impulsoras de Tardes pedagógicas inciden en que esta iniciativa no supone romper con lo establecido: «Los profesores hemos comprobado que tenemos mucha formación pero no había un fin, no estaba fundamentado pedagógicamente, y de eso se trata, el espíritu es la renovación de la escuela, no la revolución, se trata de fundamentar lo que hacemos, dar voz a la gente, la esencia del profesor es compartir».

Una de las claves de esta metodología consiste en introducir la parte emocional, «que en la escuela prusiana no era importante, en la escuela antigua salen de un molde, ahora se trata de potenciar sus talentos, que los desarrollen, dar valor a todos por igual, tanto al niño que despunta en pintura como al que lo hace en matemáticas, y respetando siempre las diferencias; por ejemplo, si un niño no está maduro para leer y escribir, y le presionas, acaba en fracaso», afirma Sanguino, profesora en el colegio Vicenta Ruso de Gran Alacant, en Santa Pola.

Se trata de un cambio global que implica a todas las partes involucradas: familias, maestros, directores de los centros educativos y la propia Conselleria, que «nos ha felicitado por el trabajo que estamos realizando».

Una de los elementos destacados es la incorporación de las familias a las aulas, como hacen por ejemplo en el colegio La Aneja de Alicante, donde los padres realizan talleres en clase de los pequeños de 3, 4 y 5 años. Uno de ellos es la lectura en grupos de capítulos de El Principito o Pipi Calzaslargas, que los niños han leído antes en casa con sus progenitores.

En definitiva, «hemos hecho algo con lo que estamos de acuerdo, hay que trabajar la creatividad, dar herramientas válidas para el futuro».