La caída de la natalidad, pero sobre todo la pérdida de atractivo como destino residencial para los extranjeros, sigue lastrando el peso de la provincia en cuanto a población se refiere. Tanto que en el último año es la que más número de habitantes ha perdido de toda España, en concreto 11.127 personas, según los datos del Padrón publicados días atrás por el Instituto Nacional de Estadística. En cuatro años, coincidiendo con la peor etapa de la crisis económica, se acumula ya una caída poblacional de 120.000 personas. Pese a este descenso, la provincia, con 1.825.332 habitantes continúa siendo la quinta más poblada de España, por detrás de Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla.

Para el sociólogo de la Universidad de Alicante, Raúl Ruiz, son varias las causas que explican esta pérdida de población. La más importante, la marcha de extranjeros comunitarios que, o bien vivían en la provincia, o pasaban largas temporadas en ella. De hecho, un análisis pormenorizado de la población por municipios refleja que los que más pierden son aquellos que tradicionalmente más extranjeros tienen empadronados. Un ejemplo, Torrevieja, con casi mil habitantes menos en el último año o Rojales, con casi 1.400 habitantes menos. Por contra, añade Raúl Ruiz, «buena parte de los grandes núcleos de población y los municipios con una mayor actividad industrial mantienen e incluso aumentan levemente su población», lo que demuestra que la inmigrantes que están abandonando la provincia son sobre todo europeos frente a otras nacionalidades más vinculadas a una inmigración de carácter laboral. Así, Elche aumenta su población en casi 1.000 habitantes, San Vicente del Raspeig crece en casi 500 personas y núcleos como Ibi, Onil o Castalla, muy vinculados a la actividad industrial, aumentan levemente su censo durante el último año.

La crisis económica ha hecho que la vida en la provincia de Alicante ya no sea tan atractiva para extranjeros de otras nacionalidades, sobre todo jubilados. Eso, unido al Brexit está provocando todo un éxodo de ciudadanos de la Unión Europa y sobre todo británicos. En el primer semestre de 2017 (último periodo del que hay datos disponibles) se marcharon 15.898 extranjeros de la provincia, más de la mitad procedentes de algún país europeo, con Reino Unido a la cabeza, con 4.682 súbditos que regresaron a su país en el primer semestre del año pasado.

Además del éxodo de extranjeros, la caída de natalidad también explica el descenso de la población en la provincia de Alicante. Cada vez nacen menos niños, concretamente en 2016 (últimos datos disponibles) fueron 15.259, frente a 15.904 de 2015 y 15.980 de 2014. La provincia enlaza así ocho años de continuas caídas de los nacimientos. Menos población que nace y que se suma a un aumento de la mortalidad. El resultado es que la provincia registró en el primer semestre del año pasado el saldo vegetativo negativo más alto al menos desde 1941. Entre enero y junio se produjeron 7.062 nacimientos en los municipios alicantinos, frente a 8.134 defunciones. Una evidencia del progresivo envejecimiento de la población generalizada en todos los países desarrollados. Una tendencia que para Ruiz representa unos retos importantes para el Estado del Bienestar, en cuestiones como las cotizaciones a la Seguridad Social, las pensiones y otras prestaciones como el cuidado de las personas mayores.

Otra de las causas, además de la emigración y de la baja natalidad, que explicarían el descenso poblacional del último año es la mayor depuración, por parte del Instituto Nacional de Estadística, de los datos del padrón. «A los ayuntamientos les interesa tener cuanta más población empadronada porque así reciben más ayudas económicas», explica el sociólogo de la Universidad de Alicante. En este sentido, en los últimos años el INE se ha puesto muy estricto en el control para comprobar que la población que figura como empadronada realmente reside en el municipio.

Diversos ayuntamientos han reaccionado ante la pérdida progresiva de población y ante el mayor control por parte de Estadística, dadas las consecuencias que esto tiene sobre los ingresos municipales y, por consiguiente, sobre la prestación de servicios. Entre las iniciativas destacan las campañas activas para fomentar el empadronamiento de personas de origen extranjero que no están registradas. Una de las más intensas es la que se viene llevando a cabo en Calp, después de perder 10.000 vecinos en pocos años y llegar a quedar incluso por debajo de los 20.000 habitantes.