Algunos de los pasajeros llegados ayer a Alicante se encontraban en Argel la pasada semana y vivieron de cerca la explosión de las dos bombas que hicieron estallar los terroristas el 11 de abril en la capital de Argelia.

Soraya, mediadora intercultural de la ONG Médicos del Mundo, desembarcó ayer en Alicante después de pasar unos días con su familia en Argel, de donde procede. «Desde nuestra casa escuchamos la segunda explosión porque vivimos cerca del aeropuerto. Oímos un ruido enorme y nos asustamos muchísimo, y a partir de ahí empezamos a llamar por teléfono para comprobar que todos estábamos bien», recordaba ayer tras pasar el control de pasajeros con su hija.

La mediadora, que viaja cada seis meses a su ciudad natal, señaló que la intranquilidad se ha instalado entre los argelinos tras la violencia del terrorismo integrista, a pesar de que esta semana se notaba cierta calma, «pero la preocupación está ahí y continúa, porque mis padres son ya mayores y yo me vengo pero ellos se quedan allí», apuntaba Soraya, quien manifestó que el retraso en la salida del barco había sido «tremendo» por las medidas de seguridad.

Otro joven argelino residente en Alicante, que prefirió no decir su nombre, se preguntaba si el refuerzo en los controles se debía a los últimos atentados tras indicar que «se veía mucho control, nos lo han abierto todo».

El pasajero comentaba que su casa de Argel está situada a unos dos kilómetros de la sede del Gobierno donde explosionó el primer coche-bomba que provocó el mayor número de víctimas.

«La explosión se oyó a muchos kilómetros de distancia. Esos hijos de puta han matado hasta a pobres chiquillos», apuntaba ayer, tras añadir que las acciones terroristas «no se pueden entender; yo no tengo ni idea de por qué lo hacen. Y la gente, o alguna gente está preocupada porque no sabes cuándo puede volver a pasar algo así».

Otro de los pasajeros, que señaló ser gerente en una fábrica en Argelia y por ello viaja a España con frecuencia, apuntó que «los argelinos estamos acostumbrados a tener mucha seguridad y ello no supone ningún problema para nosotros». El argelino consideró que la adopción de medidas especiales de seguridad, tanto en su país como en España, es algo «excepcional» tras la comisión de los atentados, pero insistió en reiterar que Argelia goza ahora de muy buenas condiciones económicas y en transmitir tranquilidad.

El patrón de un barco español, que llegó a Argel dos días después de los atentados, corroboró el incremento del control policial en ambas fronteras y consideró que los argelinos «no tienen miedo ni a la muerte».

Por el contrario, otro ciudadano argelino que trabaja de comerciante en Alicante desde hace 17 años y que esperaba a parientes suyos provenientes del ferry de Argel apuntó que «ahora no sale la gente a la calle allí, hay más miedo después de las bombas». El comerciante explicó que por fortuna nadie de su familia se había visto afectado por las explosiones, pero señaló que «a una familia amiga de mi mujer una de las bombas le explotó muy cerca de su casa y a la madre le partió un brazo». El hombre consideró exagerado el dispositivo policial de ayer tras señalar que «la gente aquí viene a trabajar sin causar ningún problema», aunque comprendió que la alerta hubiera aumentado estos días tras los actos terroristas en el Magreb.