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El 5º año de sequía llega con un invierno más cálido y seco de lo normal

No se esperan precipitaciones de importancia hasta la primavera tras registrarse el otoño más seco en 36 años

Un agricultor observa la balsa de riego de su explotación agrícola en Torremendo (Orihuela), al 10% de su capacidad. TONY SEVILLA

Alicante afronta desde esta tarde un invierno que va a ser más cálido de lo normal y seco, lo que agravará la situación de sequía en una provincia que cierra el otoño más seco desde 1981, hace 36 años, con un déficit de lluvias del 82%, según los datos hechos públicos ayer por la Agencia Estatal de Meteorología. La situación no se presenta mejor en el resto de España donde tampoco lloverá en el primer trimestre del año, por lo que todo se fía a la primavera de 2018.

Las temperaturas del invierno se situarán por encima de los valores medios y, en consecuencia, los próximos tres meses seguirá siendo de carácter cálido, sin que aún se pueda prever si lloverá lo suficiente para paliar la sequía. Los últimos cuatro años han sido más cálidos de lo normal, algo que coincide con las predicciones de cambio climático que indican que el clima está evolucionando hacia un carácter más cálido, según apuntó el delegado territorial de Aemet, Jorge Tamayo.

Curiosamente, el año se despide desigual y acentuando la condición de «continente» de la provincia de Alicante. Mientras el observatorio de Fontilles (Marina Alta) registró 840 litros por metro cuadrado y fue el punto más lluvioso de la provincia, en Callosa de Segura (Vega Baja), tan sólo se han recogido 174,6 litros, un 41% menos que lo normal. La media de lluvia en Alicante en un año normal está en los 350 l/m2.

El otoño climático 2017 (trimestre septiembre-octubre-noviembre) ha resultado cálido y muy seco. La temperatura media ha sido 16,7º que es 0,5º más alta que la del promedio normal (16,2º) y la precipitación acumulada ha sido de 34.1 l/m2, que es un 82% inferior que la del promedio climático 1981-2010 (190.6 l/m2). El carácter cálido de la estación ha quedado determinado por el gran periodo de temperaturas superiores a lo normal que se registraron desde final de septiembre hasta principio de noviembre. Luego, en ese mes se registraron varios picos de temperaturas frías que tuvieron una duración corta y en estas primeras semanas de diciembre, ha predominado el ambiente frío.

Debido a la gran estabilidad atmosférica (anticiclón), el otoño presentó una gran amplitud térmica, con grandes diferencias entre las mínimas nocturnas y las máximas diurnas. Mientras que las máximas se situaron de media 1,1º por encima del valor normal del trimestre, las temperaturas mínimas fueron en cambio 0,1º inferiores a las normales. En los últimos tres cuartos de siglo, desde 1941, sólo hay dos precedentes de un trimestre otoñal tan seco como el que se ha registrado en este 2017. Otoño de 1981 y el otoño de 1954. El otoño de 1981 tuvo una precipitación inferior al actual (32.5 l/m2 en 1981 frente a 34.1 l/m2 en 2017), y el otoño de 1954 quedaría como el tercero más seco.

Preocupación en el campo

La preocupación es «máxima» entre los agricultores alicantinos, dado el año crítico que ha vivido el sector por las graves dificultades para regar debido a la falta de agua por la sequía y el «cierre» del trasvase Tajo-Segura, ya que los embalses de Entrepeñas y Buendía se encuentran al mínimo de su capacidad.

Con este escenario, los productores de la provincia temen que «si no llueve pronto, los agricultores tengan que reducir la superficie de cultivos de primavera al no tener garantía de agua para regar. Y lo más grave es que se puede perder mano de obra», según advertían ayer en la organización agraria la Unió de Llauradors. Su secretario general, Ramón Mampel, recordó en Alicante que la actual situación de sequía «pone en peligro mil millones de euros de producción hortofurtícola para un sector eminentemente exportador, y condiciona la vida de más de 30.000 familias». Mampel considera que en este tema se deben dejar al margen las «batallas políticas» y aboga por un Plan Nacional del Agua. «Que, al final, se ponga sentido común y haya solidaridad». Además, el representante agrario incidió en que en que «lo más grave» es que hay desaladoras «que podían aportar al embalse de Crevillent para seguir regando, en un momento en que no hay agua». Y lamentó que la de Torrevieja, «sólo funcione al 40%» o que la de Mutxamel «esté parada». También consideró necesario realizar «pequeñas infraestructuras para recoger agua (cuando hay inundaciones, como las del Segura) para tener reservas que luego se puedan utilizar».

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