Aunque se trata de una empresa familiar en la que a los cuatro hijos se les fue dando participación desde pequeños, realmente eran los padres (el expresidente de la CAM Vicente Sala y su mujer, María del Carmen Martínez,) quienes «mandaban, controlaban y decidían» el funcionamiento de la sociedad. Y los dueños del negocio querían que su primogénito estuviera al frente, como lo dejó dicho el empresario de Novelda en un testamento que todos, sin excepción, aceptaron validando con ello que el titular último de la acción de oro (la participación privilegiada que otorga el control de la empresa) fuera Vicente Sala Martínez.
Así de clara es la respuesta a la demanda presentada por las tres hermanas Sala Martínez (Mar, Antonia y Fuensanta) frente a su hermano Vicente como administrador único de Samar Internacional S.L., la mercantil del plástico, el motor económico de la familia y en cuyo control sitúan el juez, el fiscal y la Policía el móvil del asesinato de la matriarca. Un crimen en el que su yerno Miguel López figura como único sospechoso.
Formación
En la demanda, las tres mujeres impugnan la cesión de la participación de oro a su hermano por parte de su madre, un punto que se aprobó por mayoría pero con la oposición de las tres hermanas en la última junta de accionistas a la que María del Carmen asistió apenas dos meses antes de su asesinato, ocurrido hace ahora un año. La acción también se plantea contra los acuerdos adoptados en la junta del pasado julio, donde el demandado hizo uso de ese voto de calidad para, entre otras cuestiones, aprobar las cuentas anuales de la entidad.
En la contestación a la demanda mercantil planteada por las tres hermanas se incide en la formación y dedicación a la empresa por parte del hijo mayor desde incuso antes de finalizar sus estudios de Empresariales . Y se pone en contraposición con la licenciatura en Farmacia que tienen las tres mujeres y su aportación al negocio familiar «realizando funciones administrativas en horario de mañana». Un actividad en la que llevan de baja desde febrero (en el caso de Antonia y de Fuensanta) y mayo (en el de Mar) de este año mientras que su hermano viene ejerciendo como director general en la empresa del plástico «desde su constitución en 2011 hasta hoy», según el documento que forma parte del expediente que se sigue en el juzgado de lo Mercantil número 1 de Alicante.
En el escrito se insiste en que el expresidente de la CAM quería que la acción de oro acabara en manos de su hijo «siendo consciente de que la buena marcha del negocio del plástico dependía directamente de la gestión de él». Un planteamiento que apoyaba por completo su mujer quien en cuestiones como el reparto de dividendos «observaba con preocupación cómo sus hijas optaban por anteponer su afán lucrativo a los intereses sociales de Samar Internacional cuando en absoluto podían estar, como se pretende sostener en la demanda, en apuros económicos». En este punto se concreta que las percepciones por unidad familiar eran de más de 350.000 euros anuales en el caso de Mar y Fuensanta, (cuyos maridos, uno de ellos Miguel López, también trabajaban en el emporio familiar) así como que la empresa corría con todos los gastos, desde las propias viviendas hasta los corrientes como la luz, el agua e incluso las comidas.
En la respuesta se precisa que con la cesión de la acción de oro al primogénito «ni los derechos políticos ni los derechos económicos (de las tres mujeres) se vieron afectados por el acuerdo adoptado. Así, cada una de las hermanas (y sus descendientes) tenía antes y después de la modificación estatutaria (que implica el traspaso de la participación privilegiada) el 7% de los derechos de voto y el 20,99% de los derechos económicos de Samar».
