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Centenaria y forofa del Hércules

El Obispado homenajea a la centenaria Trinidad Cases, que ha pasado más de 40 años ayudando a los enfermos de la Casa Sacerdotal

La centenaria, en la fiesta familiar con sus hermanos, y, al lado, con dos de sus hijos. héctor fuentes

«¿Que cuál es el secreto de tan larga vida? Estar siempre activa. Y la genética», explica Trinidad Cases Bruñá, nacida el 17 de noviembre de 1917 en Almoradí, en referencia a sus cinco hermanos que viven, también longevos, con edades entre los 82 y los 94 años. Trinidad, a sus cien años, quiere seguir residiendo sola en el barrio de Los Ángeles de Alicante, aunque sus hijos están pendientes de ella, y continúa yendo cada tarde a rezar a la Casa Sacerdotal, muy cercana a su domicilio.

Porque esta mujer, de carácter y muy religiosa, ha pasado más de 40 años cuidando de forma voluntaria a los sacerdotes enfermos. El Obispado ha querido hacerle un homenaje en su centenario, en el que participaron el obispo, Jesús Murgui, y los eméritos Victorio Oliver y Rafael Palmero, entre otros, que le entregaron además la bendición apostólica del Papa Francisco llegada desde el Vaticano.

Y no es que Trinidad no tuviera cosas que hacer. Enviudó a los dos años de que la familia se trasladara a Alicante procedente de la Vega Baja, donde tenían una lechería con huerta y animales, buscando un mejor porvenir. La hoy centenaria tenía, cuando murió su marido, 45 años y cuatro hijos a su cargo, de 18, 16, 7 y 5 años: Cosme (que falleció), Francisco, Trini y Salvador. Les sacó adelante trabajando en la oficina de Tomates Bonny, «y nunca nos ha faltado de nada, hemos ido a colegios privados, y todos estamos bien situados», cuenta la hija.

«Pido al Señor salud para mis hijos y nietos, y que no les falte trabajo», señala Trinidad, que a lo largo de su vida se ha vestido muchas veces de dama de mantilla para salir en las procesiones de su localidad de origen. Tiene una larga familia, tres hijos, siete nietos y otros tantos bisnietos con quienes celebró también su centenario. «Muy pesado para mí. Tantas fiestas es un poco cansado», dice.

Se levanta muy temprano, entre las seis y las siete de la mañana. «Me ducho, me lavo sola, hago la cama...». Le gusta leer las noticias en INFORMACIÓN «y sin gafas», ver en la tele Pasapalabra, pero nada de culebrones, cotilleos ni política, dice. Eso sí, apunta su hijo, no ha dejado de votar ni una sola vez. Y es forofa del Hércules.

Aunque lleva marcapasos, su salud es bastante buena. Su hija le lleva cada día la comida, con poca sal, y ella la calienta. Sale a pasear con bastón cerca de su domicilio. «De momento quiero estar sola, aquí tranquila en casa», donde vive desde 1976. Antes la familia residió quince años en una casa baja en Carolinas pero los problemas de reúma que allí sufría hizo que buscaran un piso más soleado. Trinidad se encuentra ahora tan bien que no quiere ni siquiera la teleasistencia para las personas mayores, que devolvió tras pasar un periodo de siete meses en casa de su hija. El dispositivo de alarma lo tenía colgado en el pomo de la puerta. «No he parado de hacer cosas buenas, no me arrepiento de nada. He trabajado y peleado mucho por sacar a mis hijos adelante». Aún más larga vida a Trinidad Cases.

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