José Antonio Burriel ha escrito más de un millar de artículos sobre violencia doméstica y la página web de la asociación que preside es la más visitada de todas las dedicadas a esta temática.
Desde el prisma de esta amplia experiencia, ¿le preocupa el elevado número de casos de malos tratos entre los jóvenes?
Creo que se está criminalizando en exceso a los adolescentes. Las estadísticas dicen que la violencia ha aumentado entre los jóvenes. Pero lo cierto es que ha aumentado en general en toda la sociedad y ¿en quién se miran los jóvenes? en sus padres, en las series, en las canciones...
¿Se protege lo suficiente a las mujeres víctimas de violencia?
No, pero la culpa no es de la ley. Hay muchas medidas de protección, pero deben aplicarse bien. Si un informe sobre la situación de riesgo de una mujer se elabora bien al juez le llega la información correcta para tomar las medidas oportunas. Hay unidades de valoración forense, pero sólo están en las capitales de provincia. Hay herramientas, pero falta profesionalidad y dinero para aplicarlas. El pacto de Estado tiene cosas buenas, pero me da miedo que con tanto contenido que abarca, al final todo quede en pompas.
¿Y qué hay que hacer con el agresor ante estos casos?
Lo primero es proteger a la mujer, pero también el agresor debe sentir el aliento de la justicia en su nuca, que sienta que está siendo vigilado.
¿Cuál es su receta para acabar con la violencia machista?
La solución está en nosotros. Quienes podemos cambiar la sociedad somos nosotros. El político está a nuestro servicio y el Estado da ideas, establece prioridades y pone dinero. Pero si hay que esperar a que los políticos lo hagan todo, no llegamos. Debemos educar desde pequeños a nuestros hijos y pararle los pies de manera rápida a quien hace un chiste machista... es una tarea lenta, pero estoy seguro de que se puede cambiar la sociedad con el tiempo. Yo no lo veré, pero mi nieto seguro que sí.
La educación de los más pequeños, una tarea clave.
Sí. Los padres deben ver que la educación es igual para niños que para niñas, pero que no todos los hijos son iguales. Hay que preocuparse por cómo se educa a ese hijo en concreto. Hay que ir al colegio para hablar de la educación de nuestros hijos y de los valores que se le inculcan, no para pedir explicaciones de por qué le han suspendido. Si tu hija quiere jugar al fútbol, que juegue. La igualdad es la base para acabar con la violencia de género y eso se consigue cuando logras la absoluta normalidad.
Los cuentos, las canciones, los juguetes para chicos y los juguetes para chicas, ¿a veces no se convierte en una tarea titánica?
Cierto. Si te fijas, en casi todos los anuncios de colonias sale la mujer como un objeto de seducción. Eso en los niños va calando. Muchas veces, cuando hablo con los adolescentes me doy cuenta del verdadero drama que viven las chicas cuando las deja el novio. Son situaciones en las que hay que retroceder y ver cómo se le ha educado desde la infancia .
¿Y cómo se puede trabajar con los adolescentes?
A un hombre de 45 años ya no lo puedes cambiar, pero a un chaval de 15 o 16 años sí se le puede «resetear». Hay que llamar la atención sobre los gestos machistas que hay a nuestro alrededor y en casa cuidar los gestos: que el hombre no se siente antes en la mesa que la mujer, hablar con respeto...
