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Los abogados, contra el silencio de las víctimas

Los letrados alertan de la gran cantidad de mujeres maltratadas que no saben que lo son

Abogados de familia y del turno de oficio de Alicante, Novelda, Benidorm y San Vicente, expertos en violencia de género. RAFA

«Es esencial lo que refleja la denuncia inicial porque el fiscal y el juez valorarán si hay delito de maltrato con base en lo que declaren las mujeres la primera vez. De lo contrario el procedimiento no saldrá adelante». Así de rotundos son los abogados de Benidorm y Alicante Ángel Arias y Luis Miguel Cartagena a la hora de destacar la importancia de lo que digan las víctimas de violencia de género cuando acuden a los juzgados o a la Policía a denunciar a su maltratador, de ahí que los letrados expertos en familia y del turno de oficio reclamen que se les llame para estar presentes para asesorar a las víctimas.

En este posicionamiento coinciden con sus compañeros de profesión Concha Segura y Gema Panea, de Novelda; Antonio Pradas, de San Vicente; y Lucía Manzano, Leticia González de Haro y Gracia Carrión, de Alicante. Carrión reunió en su despacho a abogados conocedores de una problemática que algunos la han vivido de cerca e incluso en sus propias carnes. Porque, como dijo Carrión, «hay muchas mujeres víctimas de violencia de género que no saben que lo son. A lo largo de las entrevistas personales que les hacemos nos damos cuenta, y no sólo maltrato psicológico. Incluso cuando es físico les disculpan». Por ello, se postulan contra el silencio de las víctimas y reclaman que se les llame para estar presentes cuando se abren diligencias «porque los formularios son demasiado encorsetados y los jueces se ciñen a lo que digan entonces. Los abogados nos encontramos con este problema porque cuando las mujeres van añadiendo cosas más tarde parece que mientan». En la misma línea, Antonio Pradas señala que en todos los casos deben implementarse medidas jurídicas previas como una entrevista de la víctima con letrado y psicólogo en una atención multidisciplinar. «Para todo eso hace falta dinero. Es muy bonito sacar leyes pero hay que dotarlas económicamente, si no, no sirve de nada».

Porque, dijeron, faltan medios y medidas de protección, para ellas, y de vigilancia, para ellos, como las pulseras de control de los agresores que son insuficientes hoy por hoy para tantos casos.

Los letrados alicantinos también coincidieron en que lo importante son las víctimas, lo que engloba a los menores aunque ellos no sean agredidos. «A los abogados no se nos olvida. No puede ser que en una situación de maltrato no se suspenda el régimen de visitas o haya custodia compartida. Es enviar al niño con su verdugo un fin de semana o unas vacaciones», criticó Concha Segura. Los letrados quieren hacer fuerza ante los jueces para cortar estas sentencias.

Todos contaron casos de clientas de distintas capas sociales. Como el de una profesora de instituto que inicialmente no daba el perfil de maltratada pero lo era psicológicamente por su marido, también docente; o el de una abogada amiga de una de las juristas que participan en este reportaje que aguantó el maltrato más de 13 años y del que ella se enteró cuando fue a divorciarse a otro despacho. «Le quitaba una pieza del coche para que ella no pudiera salir los sábados. No sufría malos tratos físicos pero decía que pensaba que no estaría viva al día siguiente». También relataron casos de dependencia económica o emocional por baja autoestima o miedo, como aquélla a la que su marido sólo dejaba conducir para llevarle a él pese a que el coche lo pagaron los dos y él no tenía carné.

Los abogados coincidieron en la necesidad de trabajar mucho con la infancia en los colegios para evitar comportamientos machistas, dando mensajes claros a los chavales para evitar que repitan «relaciones de sometimiento» que ven en sus casas. Y fueron muy críticos con las canciones de reguetón. «Le dije a mi hija que las letras que escucha son machistas pero ella no lo entiende así», contó uno de los letrados. Asimismo, consideran que hay que dar mecanismos a los jóvenes para tolerar la frustración.

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