«Nuestra única esperanza es que empiece a llover y que también lo haga en los embalses de cabecera del Tajo para que se reactive el trasvase cuanto antes. Nos queda un mes de tiempo para salvar las mandarinas y para que los limones y las naranjas tengan buen calibre para poder venderlos en España y en Europa, donde se encuentran nuestros principales mercados», advierte Eladio Aniorte. De hecho, los agricultores solo disponen para regar de un tercio de caudal necesario, lo que puede provocar un auténtico descalabro en un par de años y afectará ya al tamaño de la fruta de las próximas cosechas.

Los agricultores que dependen del trasvase llevan dos años de restricciones con el decreto de sequía y, desde mayo, ya no reciben aportes del acueducto, hecho que ha provocado que muchos se vean obligados a arrancar parte de sus plantaciones. «Cada vez hay más casos de empresarios agrícolas que están dejando hectáreas sin cultivar porque prefieren arrancar una parte de su explotación para poder atender lo que les queda. Esto supone la pérdida de una media de ocho años de trabajo, que es el tiempo que tarda un árbol de cítricos en empezar a dar frutos. Nos enfrentamos a una reducción drástica de hortalizas en el sureste que, sin duda, afectará a que los precios se incrementen notablemente para el consumidor» afirma el presidente de Asaja- Orihuela, José Vicente Andreu.

Por su parte, Aniorte alerta de que el Pacto Nacional del Agua tiene que basarse en administrar y distribuir de forma eficiente toda el agua de España a través de la interconexión de las cuencas, pero, ante todo, tiene que ser rápido. «Los políticos deberían sentarse hoy y tener preparado el Pacto Nacional del Agua la semana que viene. Si no lo hacen rápido se producirá un buen funeral y nos van a hacer perder unos mercados que nos ha costado 30 años conseguir», lamenta Aniorte.