Barcos nodriza que dejan en alta mar las decenas de pateras que arriban a la provincia. La Guardia Civil sitúa detrás de la avalancha de inmigrantes que están llegando por mar a Alicante este año, que ha doblado de largo los registros ya de récord de 2016, a las mafias que emplean embarcaciones más grandes para acercar las pateras a su destino final.

Son ya al menos 43 pateras con cerca de 300 inmigrantes los que han llegado a la provincia, en muchas ocasiones coincidiendo en 24 o 48 horas hasta cuatro pateras, como ha sido el caso de este fin de semana con desembarcos en Calp (2), El Campello y Santa Pola. Fuentes de la Comandancia de Alicante sitúan a los barcos nodriza detrás de la mayoría de estas incursiones, aunque hasta ahora no hay pruebas, sino indicios sólidos. Y es que en los últimos tiempos aseguran que las pateras que alcanzan la provincia son más pequeñas, con motores de 30 a 50 caballos, con las que una travesía de varios días desde la costa argelina hasta Alicante se haría muy complicada, por mucho que haya buena mar y el tiempo acompañe. Y además con la gasolina justa para un recorrido que sólo podría ser de unas pocas horas. Pero es que además, pese a ser una travesía peligrosa de unas 190 millas (unos 300 km), los inmigrantes llegan en la mayoría de ocasiones en perfecto estado de salud y aseados, y en uno o dos días salpican la costa alicantina, desde la Vega Baja hasta la Marina Alta, y Murcia. Y cuando no es así se sospecha que han estado a la deriva varios días por falta de pericia del conductor o por algún problema.

Precisamente una de las cuestiones que llaman la atención este año es que en la mayoría de ocasiones las embarcaciones no han sido detectadas previamente por el Sistema de Vigilancia Exterior (SIVE) de la Guardia Civil, sino que las autoridades son alertadas de la presencia de alguna patera varada en la costa o de la presencia de un grupo de personas mojadas por la carretera, sospechosas de haber llegado por mar.

Tanto fuentes oficiales como extraoficiales de la Guardia Civil señalan que los radares del SIVE están funcionando con normalidad y que por tanto no hay ningún problema al respecto. Hay que recordar que cuando se instaló este sistema en 2009, dos años después de aparecer este fenómeno migratorio por primera vez en la provincia, se requirió de un tiempo para ponerlo a punto y que los controladores adquirieran la experiencia necesaria para detectar las pateras. Posteriormente se ha registrado alguna época en la que sí que se detectaban en alta mar pero había una carencia de medios del Servicio Marítimo, por averías de patrulleras o por su uso restringido, para poder interceptar las embarcaciones, y por ello se aguardaba a que alcanzaran la costa, según denunciaron entonces desde la Asociación Nueva Coproper de guardias civiles.

Pero ahora desde la Comandancia atribuyen la gran cantidad de embarcaciones que llegan sin ser detectadas a que son de muy pequeño tamaño -de apenas cuatro metros de eslora- lo que hace muy difícil su rastreo por parte del sistema de radares y cámaras térmicas del SIVE. Y este pequeño tamaño viene facilitado por los barcos nodriza, que operarían en alta mar, lejos del alcance del radar. Invisibles. De cualquier forma hasta ahora no se ha podido interceptar ninguna de estas embarcaciones nodriza, aunque se disponen de sistemas de vigilancia aéreos que controlan más allá del SIVE. Lo cierto es que pese a que durante los primeros años de este fenómeno la hipótesis de estos barcos nodriza se descartaba, con el paso del tiempo ha ganado enteros y se sitúa ya como eje de esta avalancha, que responde también a los intereses de las mafias y las rutas que usan para el tráfico de seres humanos, y que pueden variar de un año a otro.

Pese a que este fenómeno migratorio tocó fondo en 2013, cuando sólo llegó a la provincia una patera, la escalada de los dos últimos años ha disparado las cifras, alcanzando números jamás vistos en estas latitudes. Es más, las cifras de lo que va de 2017 triplican el número de pateras y duplica ampliamente el de inmigrantes respecto a todo 2016, que ya fue muy relevante en estas estadísticas.

No obstante, la llegada irregular de inmigrantes a la provincia sigue lejos de la que soportan Murcia y las costas de Cádiz, Málaga, Granada y Almería, donde también en los últimos tiempos se ha incrementado la llegada de pateras y son las rutas más destacadas de España.

El aumento de este fenómeno es generalizado en esta parte del Mediterráneo, hasta Alicante y Baleares. Es más, en las Pitiusas la llegada de pateras ha pasado de ser testimonial, con dos en 2014, tres en 2015 y tres en 2016, a avalancha, con al menos 24 embarcaciones en lo que va de 2017. En Murcia la situación es aún más crítica, con 500 inmigrantes sólo en el mes de octubre.

Cada vez más niños

En lo que va de año, al menos 35 menores han llegado a las costas alicantinas de forma irregular a bordo embarcaciones con paupérrimas condiciones. En muchos casos, no saben nadar y se juegan la vida en busca de un futuro más esperanzador. Aunque la mayoría de los ocupantes eran hombres, más del 30% del total de inmigrantes llegados a la provincia eran niños. Si se comparan los datos con 2015, cuando llegaron 9 menores, las cifras casi se han cuadruplicado.

Uno de estos casos se dio en agosto en la ciudad de Torrevieja cuando en las dependencias de la Policía Local se presentaron dos menores que manifestaron haber alcanzado la costa en patera. Ambos se encontraban en mal estado de salud por la dura ruta que acaban de hacer y estaban totalmente mojados y desorientados. Posteriormente se localizó la humilde embarcación en la que llegaron a la cala Ferris. Este es tan solo un ejemplo de la realidad a la que se enfrentan decenas de niños con el objetivo de reunirse con familiares que viven en Europa y otras muchas veces para buscar una oportunidad en solitario.