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Entre la locura y lo imposible

El PSOE y Compromís intentan enderezar a la desesperada el gobierno local de Alicante en una refundación supervisada desde València, sin Guanyar y que no entusiasma a nadie

El alcalde de Alicante, el socialista Gabriel Echávarri, con la mirada perdida en el último pleno. jose navarro

«Gobernar con nueve ediles [PSOE y Compromís] es una locura; gobernar con catorce [Guanyar incluido] es imposible». Esta reflexión, repetida esta semana por una voz autorizada de la coalición donde conviven la izquierda y nacionalistas, refleja el complejo escenario político forzado por la eterna crisis del tripartito y agudizado en las últimas semanas por las investigaciones judiciales al alcalde de Alicante, desde el presunto fraccionamiento de contratos en Comercio a la posible prevaricación por el despido de una trabajadora interina, a la sazón cuñada del portavoz municipal del PP. Y esa frase, por contradictoria que parezca en cuestión numérica, resume la insufrible convivencia de un gobierno fracturado como nunca y al que realmente, y desde el minuto uno, sólo le unió el fin de desalojar al PP de la Alcaldía. Dos años y unos meses después, esa unión temporal no hace más que dar alas, con su acción e inacción, a la vuelta de los populares al gobierno en 2019.

Como un último intento de enderezar un rumbo que tuvo que ser reconducido antes de que la justicia se volviera a hacer protagonista de la actualidad municipal, PSOE y Compromís han firmado esta semana la «refundación» del pacto de gobierno, con el que Gabriel Echávarri sigue al frente de una nave copilotada a partir de ahora por Natxo Bellido. Y lo han hecho, contactos forzados al margen, a espaldas de Guanyar, porque los dos socios que también comparten el ejecutivo de la Generalitat saben a ciencia cierta que gobernar Alicante con los seis concejales del PSOE y los tres de Compromís es una locura, pero son más conscientes todavía de que seguir adelante con catorce, incluidos los cinco de Guanyar, es una tarea imposible.

El nuevo acuerdo a dos bandas se oficializó este pasado jueves en la Sede de la Universidad de Alicante, en ese mismo espacio en el que los tres socios intentaron al principio de este mandato, aunque sin ningún éxito, rebajar la tensión cada vez que repuntaba una crisis inherente al tripartito. Allí mismo, al margen de la fría firma y el abrazo forzado por la expectación mediática entre los líderes locales de PSOE y Compromís, se vio también el cariño fuera de los focos entre la socialista Eva Montesinos y María José Espuch (Compromís), un gesto que evidenciaba el interés por un futuro más cordial y sobre todo un escape a la tensión acumulada en los últimos días, durante unas duras negociaciones en las que Bellido se destapó de puertas adentro y que llegaron a buen puerto en el tiempo añadido. La instantánea de ese otro abrazo, entre Montesinos y Espuch, lo compartieron vía móvil, y ya desde sus asientos en el pleno celebrado esa misma tarde, Marisol Moreno y Julia Angulo. Las caras de ambas ediles de Guanyar, mientras observaban a sus todavía compañeras del equipo de gobierno, son fáciles de imaginar. Supongan lo peor.

Primer traspié

Ese nuevo pacto, condicionado al futuro judicial del alcalde antes de que finalice este año y a sus formas al frente de la Alcaldía, no entusiasma a nadie: desde el PSOE se considera lo más parecido a una afrenta; desde Compromís son conscientes de que certifica la marcha atrás de aquella frase que les perseguirá cada día que continúen en un gobierno presidido por Echávarri: «El relevo en la Alcaldía es condición absolutamente imprescindible para que Compromís continúe en el gobierno». Visto está que tan imprescindible no era.

La «refundación», de la que Miguel Ángel Pavón no duda en hablar como el pacto de la «vergüenza», sufrió su primer traspié el mismo día de su protocolaria firma. Y todo porque el socialista Carlos Giménez, que hasta ahora se había reservado su carácter para las reuniones a puerta cerrada, tomó la palabra para dejar en evidencia a su todavía socio de gobierno. De Pavón dijo lo que muchos piensan en el tripartito, pero que por ahora nadie se había atrevido a verbalizar en público sin amortiguación alguna. Sólo Espuch, también en un pleno, le lanzó un dardo al vicealcalde; este jueves, se pasó al armamento pesado. Giménez, en resumen, le acusó de querer paralizar la ciudad, de no asumir sus responsabilidades (elaborar el Plan General y tener limpia la ciudad) y le emplazó a irse, con Guanyar, cuanto antes. Mejor hoy que mañana.

Y aunque la intención del socialista de apuntar con dureza contra Pavón estaba hablada entre los «refundadores» del pacto, además de ser sabida por otros actores políticos, las formas y el fondo sorprendieron a los presentes. Bellido no lo ocultó: primero con su gesto en plena embestida dialéctica, poco después con una intervención durante el mismo pleno en la que afeó, aunque de manera indirecta, el ruido que, de nuevo, iba a generarse en torno al gobierno municipal. De hecho, durante un posterior receso, hubo una conversación informal entre altos dirigentes para calmar las aguas. Esta vez, eso sí, el alcalde no había sido el agitador. En eso debe de consistir la refundación del gobierno local.

Asamblea y reprobación

Guanyar, por ahora, no se ha ido del tripartito, pese a la humillación de ser excluidos de la «refundación» y a las consecuentes criticas vertidas hacia sus todavía socios, a través de continuos comunicados de prensa. De hecho, el único que se fue unos instantes del pasado pleno, con uno de sus arranques, fue Daniel Simón, uno de los ediles, junto a Marisol Moreno, que en la última asamblea de la marca blanca de EU propuso que la fecha para dejar el gobierno fuera más allá de la finalmente acordada del 15 de noviembre, con el pretexto de concluir proyectos que están ahora en marcha. EU, el partido que da soporte a Guanyar, propuso romper el día 6, coincidiendo con un finalmente aplazado Debate sobre el Estado de la Ciudad. En esos nueve días de margen, el grupo de Pavón desea que la justicia apriete aún más a Echávarri y que Compromís fuerce su renuncia.

En ese tenso pleno, donde la «refundación» siempre estuvo muy presente en el ambiente, se reprobó a Echávarri por la «errática deriva a la que está sometiendo la gestión municipal» con los previsibles votos a favor de PP y Cs, que contaron con la necesaria abstención de Guanyar. Una reprobación, por cierto, a la que el actual líder local de Podemos, Pascual Pérez, iba buscando un significado esa misma noche. «Hay muchos ministros reprobados», le vinieron a decir para que viera los efectos reales de una figura extraña para él.

Superada la sesión plenaria del pasado jueves, PSOE y Compromís ya preparan la primera reunión tras la firma de la «refundación», prevista para el Día de los Difuntos, donde se prevé concretar objetivos sobre los que centrar las energías, un extremo que no se pudo cerrar en las recientes negociaciones. También está previsto, la próxima semana, un encuentro entre Bellido y Pavón. Ahí, Compromís invitará a su todavía socio institucional a seguir en el gobierno, bajo unas reglas del juego ya escritas y sólo para no ser el único copiloto de la nave dirigida por Echávarri. Guanyar dirá que se va si el socialista sigue a los mandos. ¿Y Alicante? ¿Alguien habla de Alicante?

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