El homenaje a quienes ya han partido al Más Allá es diferente en cada confesión. Sólo la católica celebra el día de Todos los Santos en noviembre y los hebreos no tienen ni siquiera santos, ya que las beatificaciones de personas no existen en el judaísmo. Quizá por ello, esta comunidad no tiene un día específico en el calendario para homenajear a los que han muerto. «Cada familia recuerda a sus difuntos en el aniversario del fallecimiento. Es el Yurtzait. Ese día se va al cementerio, se leen salmos y se enciende una vela. El fuego es un elemento natural que se asemeja a lo espiritual», explica Armando Azubel, representante de la comunidad judía en la provincia. No llevan flores por ser perecederas y a cambio dejan piedrecitas sobre las lápidas, «que significa que la persona no está olvidada».

Cuando un judío fallece no se hace sepelio, y se entierra en un sencillo ataúd de madera siempre en suelo. Nada de nichos, ni mausoleos ni panteones. Hay un día al año en que se celebra el Día del Perdón, y se lee una plegaria a mediodía por los que ya no están.

Los musulmanes no tienen tanatorios, aunque en la provincia utilizan a veces sus salas para poder lavar a quien fallece. La persona se lleva al cementerio en una caja abierta pero se introduce envuelta con un sudario, directamente en la tierra y en dirección a la Meca, explica Belkacem Melal, de la comunidad islámica. El imán reza tres minutos y hay funerales en las mezquitas. «En Argelia, de donde soy, los vecinos compran comida y se corta la calle para poner una carpa. La familia da de comer a todo el que pasa y a los tres días la gente da el pésame y se termina», explica. El día después del fin del Ramadán festejan el «Aid El Fitr», similar al día de Navidad. Las familias se reúnen en el cementerio a leer versículos del Corán. Las lápidas no tienen foto del fallecido, sólo nombre y fecha. Tampoco se les lleva flores.

En cuanto al rito ortodoxo, su Día de los Santos es el domingo posterior a Pentecostés, pero asociado a los mártires, no a los difuntos. Acostumbran a visitar los cementerios el sábado antes de Pentecostés, el anterior a Cuaresma y todos los sábados de la misma «porque Cristo estuvo en la tumba el sábado», explica el padre Nicolás. Y más que llevar flores al cementerio, que asocian con el entierro, encienden velas. Tampoco incineran ni quieren nichos, sólo suelo «porque lo que salió de la tierra, a la tierra tiene que volver».

Panteones chinos

En el cementerio de Alicante hay panteones chinos, con flores y la foto del fallecido como el de la familia Hu. Es un panteón de unos 20 metros cuadrados cuya concesión por 75 años puede costar 8.000 euros. La mayoría de chinos en la provincia -hay más de 7.500- regresa a su país al jubilarse y fallece allí, donde casi la mitad opta por el enterramiento. En esta cultura se honra a los difuntos 15 días antes del equinoccio de primavera. Se acude a los cementerios y se quema dinero falso y todo tipo de objetos de papel para que no les falta de nada en la otra vida, desde coches a teléfonos móviles.

La fiesta la próxima semana es católica. «Son días de reuniones masivas en cementerios e iglesias. Una fiesta del ser humano», señala el prelado de honor de Su Santidad en Alicante, Antonio Vivo.