Hija de un director de banco y de un ama de casa de raíces manchegas que, como tantos otros de esa región, se acabaron asentando en Alicante, supo desde el instituto que quería ser juez y hoy, con casi dos décadas de profesión a sus espaldas, no se ve haciendo otra cosa. Aunque en aquellos años de adolescencia también le seducía la Arquitectura, su aversión a los números hizo que al final se inclinara por el Derecho, con el que nadie en su entorno familiar había tenido relación alguna. Nadie hasta que llegó ella, la mayor de cuatro hermanos que tampoco han seguido sus pasos.

El camino no fue fácil. A su madre le diagnosticaron un cáncer cuando se encontraba en el tramo final de la preparación de las oposiciones, que estudió en esas condiciones y que le costó aprobar («porque no soy lista, soy curranta», precisa), y el destino quiso que ingresara en la Escuela Judicial el mismo día que falleció. Era el 15 de abril de 1998. Algo que le lleva a pensar que estaba predestinada a ser juez. «Si mi madre hubiera muerto antes, probablemente hubiese abandonado la carrera judicial para quedarme con mi padre y mis hermanos y habría enfocado mi vida de otro modo».

Pero no lo hizo y así fue cómo se calzó la toga María Luisa Carrascosa, la magistrada que tiene en su mano el futuro judicial (y político) del alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, en el proceso que se investiga el supuesto fraccionamiento de 25 contratos municipales. Una instrucción en la que, entre otras muchas cosas, anda ahora liada. Aunque no será por mucho tiempo. Firme convencida de que la Justicia no lo es si llega tarde, defiende las investigaciones rápidas, la práctica diligente de pruebas y las resoluciones que no se eternizan.

Buena muestra de ello son las ocho declaraciones (tres investigados, uno de ellos el regidor, y cinco testigos) que tomó el primer día de comparecencias en esta causa, que incluso llegaron a sorprender a alguna de las partes, y las veinte próximas que ha distribuido en tres jornadas. O que fuentes cercanas al proceso vean próximo el momento en que tome una decisión. Sea la que sea. «Si hay algo, tirará para adelante y, si no, lo archivará. Pero lo que es seguro es que no tardará en hacerlo», aseguran desde su entorno.

Un caso más

Quienes la conocen bien afirman que no le arredra el hecho de que el investigado sea la primera autoridad de la ciudad. Para ella es un caso más en una jurisdicción, la de Instrucción, que le parece un paseo por las nubes comparado con el «infierno» de Familia, donde ha invertido los últimos nueve años, más de un desvelo y hasta algunas lágrimas.

Por eso lo dejó, («porque Familia es más tarea de un educador que de un juez y sentí que no podía ayudar más») y regresó a Instrucción, cuando había jurado que nunca volvería a hacerlo. Porque esta mujer, instalada en la cuarentena, vital y vehemente, tiene un recorrido profesional que le he llevado por unas cuantas jurisdicciones y no menos poblaciones. San Vicente, Elda, Badajoz, Elche...

En la ciudad ilicitana, por ejemplo, condenó a una peatón por cruzar por donde no debía y provocar un accidente a dos motoristas. Y ya en Familia, en Alicante, le dio un zasca a la Conselleria de Bienestar Social por quitarle su nieta a la madre de una víctima de malos tratos, a quien le devolvió la niña. En otra de sus últimas actuaciones en ese juzgado le otorgó la custodia de la pequeña que tuvo que se rescatada de un edificio en Luceros a su padre, pese a que en el juicio donde se estaba viendo el tema le acabó expulsando de la sala por interrumpir la vista oral.

Accesible y empática

Accesible, sensible («es más persona que juez», dicen de ella) y empática, aseguran que su puerta siempre está abierta y que a todos, provengan del estrato que provengan, los recibe por igual. No es inusual verla atendiendo a la madre desesperada de algún detenido reincidente, sentada en el suelo junto a una pequeña para tratar de convencerla de las ventajas de un cambio de residencia, llamando ella misma a los encausados o testigos si el agente judicial se encuentra ocupado en otros menesteres o pegando sellos cuando las citaciones se hacían por correo postal. Digamos que no se le caen los anillos por nada.

Ahora mismo, sin ir más lejos, está a la espera de la petición que realizó hace un mes, casi recién instalada al frente del juzgado de Instrucción número 9 (al que también le ha correspondido la denuncia de una funcionaria del Ayuntamiento de Alicante contra la portavoz municipal del PSOE, Eva Montesinos, por un presunto acoso laboral ) para asumir uno de los órganos especializados en cláusulas suelo. Y hasta el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, ha puesto el juzgado de Familia que dirigía como ejemplo de lo que debe ser la administración de Justicia, por lo que la ha felicitado.

Casada con un abogado que se dedica a la administración de fincas, con dos hijos al borde la adolescencia a los que no puede perder de vista, aún le queda tiempo para dar clases en la Universidad, para el deporte y para su gran pasión: viajar. ¿Que cómo llega a todo? Fácil. Porque, como ella misma se define, es una hiperactiva no diagnosticada.