Los focos de la Volvo Ocean Race se sitúan sobre las siete embarcaciones que hoy partirán de Alicante en una vuelta al mundo a vela que, por primera vez en la presente edición, fusionará la competición deportiva con el reto de concienciar a la sociedad sobre la extremada importancia de proteger el medio ambiente. Con este objetivo, un centenar de trabajadores de la compañía automovilística, con su presidente Hakan Samuelsson a la cabeza, se remangaron ayer los pantalones y se ataviaron de guantes e instrumental de limpieza para recoger 80 kilos de pequeños residuos en la alicantina playa de Aguamarga.

Volvo Car Group, en apoyo a la campaña de Naciones Unidas «Cambiar las mareas», va a movilizar a más de 30.000 trabajadores de la compañía para limpiar de residuos plásticos las playas de todas las ciudades en las que concluirán las once etapas de la presente edición de la vuelta al mundo en vela. La playa de Aguamarga fue la elegida para el inicio de una campaña en la que se denuncia que, cada día, llegan al mar ocho millones de objetos, una cifra que alcanza las 12 toneladas de residuos en el conjunto anual.

Trabajadores españoles, belgas, suecos, chinos y sudafricanos de diversos departamentos de la compañía sueca se remangaron ayer los pantalones para, ataviados con guantes y diverso instrumental de limpieza, recoger un total de80 kilos de pequeños residuos entre colillas, bastoncillos de los oídos, envases de plástico, latas de bebida o envoltorios de comida.

Stuart Templar, director de Sostenibilidad de Volvo Car Group y principal impulsor de la campaña dentro de la compañía, se situó al frente del equipo de voluntarios que, distribuidos en grupo de diez personas, realizaron una batida general de la playa de Aguamarga apuntando en un formulario de datos toda la microbasura que recogían para su posterior remisión a los órganos e institutos medioambientales involucrados en la campaña.

Este programa de concienciación ambiental se verá complementado científicamente durante la regata por los equipos participantes, que portarán en sus barcos dispositivos con sensores para detectar durante su vuelta al mundo la suciedad presente en los océanos. Los sensores incorporados en los veleros monitorizarán los microplásticos presentes en el agua, medirán los niveles de CO2 o las mismas corrientes para, posteriormente, realizar un mapa de la contaminación de los océanos.