Cosidos a picotazos. Las lluvias caídas tanto en agosto como hace apenas unos días, unidas a las altas temperaturas que todavía se registran, han creado el caldo de cultivo perfecto para que el mosquito tigre se multiplique a toda velocidad en la provincia y no dé tregua, pese a que la época de mayor calor ya ha pasado y por lo tanto su presencia debería haber descendido.

En los centros de salud las asistencias por la dolorosa picadura de este insecto tampoco descienden. «Cada día atiendo a más de un paciente por este motivo. Aunque no son graves, hay más casos que el año pasado», señalaba días atrás un médico del centro de salud de San Blas, en Alicante.

Más picaduras ahora en septiembre después de un verano en el que este pequeño pero molesto animal ha sido protagonista en las consultas de los médicos. Según datos de la Conselleria de Sanidad, en los meses de julio y agosto de este año los médicos de familia de la provincia han realizado 17.336 asistencias por picaduras, la inmensa mayoría de ellas por el mosquito tigre. En los mismos meses del año anterior fueron 12.577.

También en varias farmacias de la ciudad señalan que este año se están vendiendo más repelentes y productos para hacer frente a este voraz insecto.

En la ciudad de Alicante su presencia se está dejando sentir con intensidad en barrios como la Albufereta, el Golf, San Blas o Ciudad de Asís. «Esta zona es una auténtico nido de mosquitos», lamenta Ernesto Jarabo, presidente de la asociación de vecinos de la Albufereta.

Este insecto, asegura Jarabo, está haciendo este año estragos en esta zona de la ciudad sin que se le pueda poner coto. «La empresa de fumigación viene todas las semanas a tratar la zona de los barrancos, donde hay agua estancada, pero el problema es que tenemos muchos descampados y muchas urbanizaciones, por lo que es muy difícil controlar que los mosquitos aparezcan».

Precisamente la pequeña cantidad de agua que necesita para criar es lo que hace que de momento sea casi imposible batallar contra el mosquito tigre. «Hace falta que la Administración haga llegar más información a la población sobre la necesidad de tomar precauciones para evitar la propagación del mosquito», señala Eduardo Galante, catedrático de Zoología de la Universidad de Alicante. El plato de una maceta, el bebedero de un perro o un grifo que gotea son suficientes para que el animal críe, a diferencia del mosquito común, que necesita grandes acúmulos de agua.

Las lluvias caídas en las últimas semanas y las elevadas temperaturas también han hecho que el ciclo vital de este insecto «se acorte en cinco días, por lo que su reproducción es más rápida».

El mosquito tigre llegó a la provincia hace unos quince años, «pero había estado muy acotado a la zona de Torrevieja». Sin embargo, añade Galante, «en los últimos años ha habido una auténtica explosión» y ya ha colonizado buena parte de la provincia.

Este verano, señala Galante, «se ha detectado su presencia en zonas en las que hasta el momento no había mosquito tigre, como es el caso de San Vicente del Raspeig».

El catedrático de la Universidad de Alicante explica que en esta rápida propagación del insecto influye su «enorme capacidad de adaptación», debida en parte a su variabilidad genética. «Tienen tanta descendencia que algunos mosquitos nacen adaptados para vivir en climas más húmedos, otros más secos y otros más cálidos».

Además, este insecto siente especial predilección por las zonas oscuras. «Es muy fácil que se metan en los coches y así viajen a otras zonas y empiecen a criar».

En opinión de Galante, el tema es serio y no hay que perder de vista que el mosquito tigre es transmisor de enfermedades como el dengue, la fiebre amarilla o el zika. «Es improbable que traigan una de estas enfermedades, pero el riesgo es potencial». Para transmitir una de estas dolencias sería necesario que el insecto picara más de una vez a un enfermo y después a una persona sana.

Respecto a lo doloroso de su picadura, Galante explica que es debido a que la proteína que introduce este mosquito «es ajena a nosotros y por eso da tanta reacción». No obstante, añade el catedrático de la Universidad de Alicante «con el tiempo hay personas que desarrollan inmunidad frente a la misma».