Lo primero que llama la atención al entrar a la sala de exposiciones es la mirada directa y la sonrisa de un niño africano medio cubierto con una enorme camiseta roja que mira al espectador desde el lienzo en el que está plasmado. El cuadro es de los primeros a los que se va la vista al acceder a la sala de la Casa de Cultura de Crevillent, pero es solo una de las 23 obras que presenta Nati Pamies en su primera exposición individual.

Excepto un cuadro conceptual sobre la esperanza y otro de una madre que amamanta a su hijo, todo lo que presenta esta auxiliar de clínica de 56 años, son niños. Niños y niñas africanos, sudamericanos, occidentales y orientales en diferentes actitudes y ambientes y que, pese a la seriedad de algunos, reflejan en conjunto una imagen esperanzada, digna y alegre de la infancia.

Nati no puede evitar los nervios a la espera de que mañana sábado se inaugure su exposición. No se considera una artista sino una aficionada que compagina su trabajo con la pintura, algo que, asegura, «se ha convertido en una adicción. Hay fines de semana que empiezo a pintar a las 9 de la mañana y acabo a la 1 de la madrugada».

Cuenta que empezó a pintar de niña. «Luego empecé a trabajar como auxiliar de clínica, me casé y tuve a mis hijos y dejé de pintar, hasta que en 2010 me animé, fui a una tienda a comprar un lienzo y allí me dijeron que el marido de la propietaria daba clases.

El profesor era Galo Cabezas y empecé a ir a la academia en Alicante y a pintar con algo de regularidad». La artista desde entonces ha participado en nueve exposiciones colectivas. En una de ellas, en el Club INFORMACIÓN, con motivo del fin de curso de su academia, La Botica del Arte, Nati presentó el cuadro de una niña latinoamericana que entusiasmó a José Antonio Cózar Valls, un humanista y mecenas que falleció hace un año y que creyó en ella desde el primer día y la animó a pintar más en serio.

De hecho, la pintora dedica a Cózar la muestra que inaugura mañana y que ha llamado «Bajo el mismo cielo», en referencia a la diversidad del origen y cultura de los niños que comparten el mismo planeta.

Al preguntarle por qué centra su mirada en los niños, afirma que «en ellos veo inocencia, hay una forma de mirar y de posar natural y una frescura que no veo en los mayores». Entre «mis niños» como ella los llama, hay muchos anónimos que la han atraído por una fotografía o una película, y otros bien conocidos, como un precioso retrato de su sobrina o de la hija de unos amigos jugando en la arena.

En uno de ellos hay dos niños con lo que parece en uniforme del colegio mirando serios desde el lienzo. «Son mis hijos cuando eran pequeños. Entonces aún no había pasado por la academia y no tenía mucha técnica», narra la pintora al tiempo que cuenta que estos niños ya tienen 32 y 33 años. «Ellos me animan a pintar.

A veces hablamos de mis cuadros y de que en general son alegres pese a que en algunos se refleja pobreza pero, quizá estos niños con poca cosa son más felices que otros que lo tienen todo. En cualquier caso, creo que cada cuadro expresa un sentimiento».

La muestra se inaugura mañana sábado a la 19.30 en la Casa de Cultura de Crevillent y estará abierta hasta el 18 de octubre.