El negocio del alquiler de barcos se abre paso con fuerza en la provincia. De hecho, las embarcaciones matriculadas para este uso han crecido un 31% en sólo un año al pasar de 134 a 176 y fuentes del sector calculan que en estos momentos la flota ronda las 1.200.

Estos datos implican que cada vez más alicantinos compran barcos como inversión y los sacan al mercado a través de empresas, agencias y plataformas digitales. «Se trata de una tendencia que se está consolidando y que va al alza. Además, por un lado, al sector le ha venido muy bien para su recuperación tras sufrir una caída de entre el 60 y el 70% por la crisis y por otro, para popularizar la náutica y alejarla del tópico del lujo», indica el secretario general de la Asociación Nacional de Empresas Náuticas, Carlos San Lorenzo.

Tan al alza va en Alicante que este año sólo es superada por Baleares que registró 333 matriculaciones para alquiler y supera a otra potencia en este campo como Barcelona, que se queda con 146.

Sólo en la Marina Deportiva de Alicante operan una docena de empresas de alquiler, cuando hace apenas tres años sólo eran dos. Y este tipo de negocio está presente ya prácticamente en todos los puertos del litoral alicantino, especialmente en Dénia donde se han multiplicado este tipo de mercantiles.

Lo más habitual es alquilar un velero de entre 34 y 47 pies (de 10 a 14 metros) para ir a pasar el día a Tabarca o embarcarse un par de días para costear hacia el norte de la provincia. Pero cuando se trata de unas vacaciones de una semana los destinos estrella son indiscutiblemente Ibiza y Formentera, explican desde la Reina Azul. Esta es una de las empresas alicantinas que se dedica a alquilar su flota y a hacer de intermediaria entre el propietario que pone en manos de agencias su embarcación y el cliente, por lo que se lleva una comisión. El público potencial son una o varias familias que se unen para pasar una jornada o unos días diferentes o grupos de amigos, que cada vez alquilan más para cumpleaños y despedidas de soltero. También navegantes con título pero sin barco que «se quitan la espinita» saliendo al mar dos o tres veces al año sin tener que realizar el desembolso que supone una embarcación con su seguro, mantenimiento y amarre. Sirva como ejemplo que en la Marina Deportiva los precios del amarre al mes ahora en verano van desde los 350 euros para un barco de 8 metros a los 6.000 para un yate de 40.

Los precios a la hora de alquilar un barco varían mucho en función de si es temporada alta o baja y de la eslora de la embarcación. Pero en temporada alta oscilan entre los 550 euros al día sin patrón por un velero de doce metros con capacidad para un máximo de doce personas hasta los 9.500 de un yate a motor de 30 metros, y los hay mayores, aunque representan una minoría en el sector y suelen moverse en empresas muy especializadas con clientes VIP. Un patrón para el citado velero «tipo» cobraría entre 150 y 180 euros la jornada, a lo que habría que sumar entre 15 y 25 euros de combustible. Llenar el depósito de una motora de doce metros subiría entre 250 y 350 euros día. Si hablamos de yate hay que contar con pagar a la tripulación y en muchos casos, al cocinero.

Como suele ser habitual, la ley va por detrás de una sociedad que ha despertado de golpe a la economía colaborativa, pero es clara al prohibir taxativamente el uso y disfrute de una embarcación a su dueño si éste la ha registrado en la llamada lista sexta de la Marina Mercante, reservada a los barcos de alquiler, ya que estos no pagan el impuesto de matriculación, gravado con un 12% sobre el valor del barco. También impide a un propietario que tiene inscrito su barco en la lista séptima, de uso privativo y que sí paga el impuesto de matriculación, alquilar la nave si no la pasa a la sexta. Eso sí, todos pagan el 21% de IVA.