Francisco Loyola lleva toda su vida profesional vinculado al mundo de la hostelería como comercial pero en 2008, cansado de tanto viaje, decidió llevar una heladería en plena Explanada.

¿Cómo se lleva trabajar al máximo cuando los demás están de vacaciones?

Se lleva, pero es verdad que en un negocio como este es complicado. Abrimos de 10 de la mañana a 3.30 de la madrugada y yo procuro venir en los dos turnos. Mi mujer ayuda por las mañanas pero es mucho trabajo, no duermo más de cinco horas y desde Hogueras no me tomo un día entero libre. Hasta octubre no habrá vacaciones.

¿Qué sabores son los que triunfan, los tradicionales o los nuevos?

Sin duda los tradicionales, un 80 a 20. El que más el de turrón, seguido de mantecado y chocolate. Y de los que han salido en los últimos años está el de sirope de arce, muy dulce, y el de crema catalana. También el de pistacho que a los franceses les encanta.

¿Qué sabores son la novedad este año?

Aquí hemos traído el de chocolate con Kit Kat, el de avellana crujiente y el candy blue, que es como la golosina de nube.

¿Cómo convencería para tomarse un helado a alguien que quiere mantener la línea?

Todo en exceso es perjudicial, pero los helados no tienen una gran cantidad calórica. Engorda más la bollería industrial que un buen helado elaborado con leche que además es nutritivo y alimenta. Es una merienda perfecta. Tú eliges si te tomas una copa gigante o una tarrina pequeña. Además, también hay sabores light que son bajos en azúcar y sorbetes.

¿Por qué tienen más fama los helados italianos que los de aquí?

Supongo que es porque son más vistosos. Al tener menor concentración de leche que los nuestros se pueden modelar mejor y hacer montañas. También pueden estar buenos, pero para mí donde esté el tradicional nuestro....aunque es como todo, para gustos los colores.

¿A quién le daría un buen helado para que rebajara la temperatura?

A los que están tanto en el gobierno como en la oposición, a ver si se les refrescan las ideas, llegan a acuerdos y empiezan a pensar en las personas, sobre todo en los autónomos que somos los grandes olvidados y nos fríen a impuestos.