Pepe Moreno lleva más de diez años al pie del cañón en el puesto de frutas «Juanete» que fundaron los abuelos de su mujer y con el que recorre toda la provincia el día de mercadillo. Ayer montaron como cada jueves en el de la calle Teulada.

¿Se vende más o menos en agosto?

Mucho menos aunque se entiende con el calor que hace. La verdad es que mucha gente prefiere ir a los centros comerciales con el aire acondicionado y más desde que muchos montan la fruta como si estuviera en un mercado. Pero en el mercadillo nuestro género es más diario que en los centros comerciales.

¿Vienen turistas a comprar?

No demasiados, franceses, algún inglés y sobre todo árabes que se llevan fruta para su viaje a Europa ahora en verano.

¿Y cómo se aclaran con ellos?

En el mercado se entiende todo el mundo, aquí aprendemos más idiomas que en la escuela. Y para explicar si un producto está fresco, es dulce o el precio que tiene nos aclaramos perfectamente.

Siempre existen sospechas de que muchos productos del mercadillo son robados por sus bajos precios.

Habrá de todo y quizá en puestos con el género muy barato, pues puede ser. Pero también es verdad que muchas veces no es voluntario, es que te engaña el vendedor. Nosotros compramos en Mercalicante y tenemos factura de todo, preferimos ofrecer calidad. Y las cerezas y las uvas se las compramos a los agricultores.

¿Qué es lo más raro que le han pedido?

Como trabajamos mucho con fruta tropical si que hay veces que el cliente te sorprende. Una vez me pidieron rambután (una fruta tropical del sudeste asiático) y no tenía ni idea de lo que era, pero me fui al proveedor y se lo conseguí al cliente. Y también una especie de brócoli muy pequeño y muy raro. Nos creemos que la gente es tonta pero no, está muy puesta y sabe muy bien lo que quiere. Hay gusto por comer bien aunque con la crisis se mira mucho el euro.

¿Es muy duro este trabajo?

Te lo tienes que tomar con humor y tratar de disfrutar todos los días hablando con los clientes, siendo amable y divertido con ellos porque trabajamos los siete días de la semana y nos levantamos a las cuatro de la mañana para comprar el género y hasta las siete de la tarde estás liado recogiendo. Hacemos muchos kilómetros y no puedo disfrutar mucho de mis hijas pero no puedes parar porque esto da para vivir y ya está.