El Santísima Trinidad, el buque insignia de la Armada Española, permanece hundido desde 1805 en aguas al sur de Cádiz. A la réplica de este navío, amarrada en el Puerto de Alicante durante seis años y apartada ahora al muelle del centro de ocio Panoramis, será mucho más difícil que lo puedan hundir.

La propuesta lanzada hace unas semana por un club de buceo para hundir el barco y crear en su entorno una reserva marina ya ha tenido una respuesta contundente por parte de una entidad protectora del ecosistema marino.

«Es absolutamente inviable el hundimiento del Santísima Trinidad, por motivos económicos y ambientales», ha señalado a este diario el director científico del Instituto de Ecología Litoral, Gabriel Soler quien no tiene reparos en afirmar que «hundir el barco es generar basura marina» .

Un gasto enorme

Gabriel Soler considera que el Ministerio de Medio Ambiente no aceptará esta propuesta ya que «está en contra de los hundimientos de barcos sin un motivo razonado. El gasto sería enorme, puesto que habría que eliminar la pintura y todos los restos contaminantes de un barco que no es un barco, que es un teatro flotante».

Otro problema estriba en buscar la ubicación. «No debería estar muy profundo y muy alejado de la costa, para poder acceder, pero tampoco debe interferir la navegación de otros barcos», asegura Soler. Y además, «se necesitan muchos años para logar un entorno submarino adecuado. Es un artefacto muy grande, que solo le interesa a buceadores por la curiosidad». Para Soler, es irreal pensar que el Santísima Trinidad hundido sería igual que el fondo del mar de «Buscando a Nemo».

Tras el desastre de Trafalgar, el Santísima Trinidad pasó a manos británicas. Los ingleses pusieron todo su empeño en salvarlo, pero sus daños lo mandaron al fondo del mar. Más de 200 años después, el estado lamentable de su falsa réplica obliga a tomar medidas antes de que se produzcan daños ecológicos irreparables.