Lo que tenía que ser un divertido y refrescante juego de agua terminó bañado en sangre. Es lo que le pasó al pequeño Bryan, de 10 años, el pasado jueves 20 de julio, cuando perdió la primera falange de uno de los dedos de su pie izquierdo, arrancada de cuajo por una rejilla, tal y como explica su madre, Jessica, durante una de las actividades del campamento de verano al que asistía en el colegio Benalúa. Los médicos le atendieron en el centro e introdujeron el dedo en hielo. El niño fue trasladado en helicóptero al hospital La Fe de València, donde fue intervenido para intentar reinsertarle el dedo, pero finalmente lo ha perdido.

Bryan y sus dos hermanos pequeños de 8 y 5 años iban cada día de lunes a viernes desde las 9 hasta las 16 horas a la escuela de verano abierta en el colegio Benalúa, uno de los once centros escolares en los que la Concejalía de Acción Social ofrece estes mes de julio el Programa de Atención de Necesidades a menores y sus familias, que incluye el servicio de comedor. Un programa que atiende a 700 menores de familias con escasos recursos o necesidades que incluye también un campamento urbano en Virgen del Remedio y atención en 16 centros municipales socioeducativos.

Según explica la madre de Bryan, ese día «los nenes apuntados a la escuela de verano del colegio Benalúa a través de la asistente social estaban haciendo un juego de agua. Mi niño metió el dedo en una rejilla. Él estaba con el resto de niños, supuestamente tenían que ir con sandalias pero estaban descalzos porque estaban jugando a un juego de agua con otros niños de la escuela». Fue el jueves 20 de julio en el centro que les ha correspondido por proximidad, ya que la familia vive en el barrio de Miguel Hernández, antiguo José Antonio.

«Me vino a buscar la Policía para contarme lo que había pasado, porque según les decían no tenían mi teléfono. Sin embargo, al tramitar los papeles con la asistente social le di todos los teléfonos. Cuando llegué al sitio estaba siendo asistido por los médicos. Lo tenían tapado, el dedo se lo había arrancado de cuajo y lo tenían en hielo. Lo trasladaron en helicóptero hasta València con un médico y una ATS pero yo no pude ir con él», relata esta madre de cuatro hijos, que recuerda que «sólo sé que sangraba. En el colegio llamaron al 112 y le asistieron allí. Ahora estoy esperando el informe policial».

A la madre la tuvieron que llevar en coche hasta el hospital La Fe donde intervinieron a su niño, sin éxito, puesto que el dedo finalmente lo ha perdido.

«No culpo a nadie de que le haya pasado esto al niño pero había responsables que estaban con él, que tendrían que saber si había algo con peligro en el colegio. No lo veo normal».

Jessica ha consultado con abogados y no descarta denunciar. «Me han dicho que hay que ver el informe policial, los papeles que entregué a la asistencia social para hablar con el seguro. etc...El caso es que al final ha perdido el dedo, no se lo han podido reinsertar y lo tiene amputado». Se trata del segundo dedo del pie izquierdo, justo al lado del meñique.

Desde que le pasó esto, Bryan no es el mismo, dice. «Todavía no se lo ha visto pero conoce la pérdida. Aún está en shock y no ha soltado una lágrima. Está extraño, porque de normal es muy activo y ahora no puede. El jueves volvemos a València para que hacerle una revisión. Necesitará cura y no sé si asistencia psicólogica, porque no está como antes. Estamos intentando que esté activo pero no puede mover la pierna, está prácticamente inmovilizado, con muletas».

La abuela fue a buscar ese día a los otros dos niños de Jessica al campamento de verano y no han regresado, tras notificárselo a la asistencia social porque «no han tenido unas instalaciones en condiciones o cuidado. No culpo a nadie pero dejas a tu niño en un sitio por necesidad y no sé si las instalaciones son las adecuadas. El problema es que mi niño se ha quedado sin dedo», insistió.

La madre explica que el día que todo pasó recibió una llamada del Ayuntamiento pero no recuerda, en medio de la confusión, de qué departamento. El presidente de la asociación de vecinos Sol d'Alacant del barrio Miguel Hernández, Lisardo Gabarre, explicó que la entidad pidió una escuela de verano para el barrio para padres sin recursos «porque tenemos muchos chavales pero también gente preparada para ello» pero no fue concedida por el Ayuntamiento.