¿Cuáles cree que son las claves que explican que la provincia de Alicante esté en medio del denominado cambio climático?

El cambio climático es un proceso de medio y largo plazo que presentan manifestaciones progresivamente. No es una cuestión que se vaya a producir de forma radical a corto plazo, pero ya vamos teniendo indicios que nos indican que el clima actual de la provincia no es el mismo que había hace 30 años. Han subido las temperaturas medias y las mínimas (abundancia de noches tropicales), el mar Mediterráneo frente a nuestras costas está más cálido que hace tres décadas, los patrones estacionales de lluvia están cambiando -llueve menos en primavera-, hay más precipitaciones de barro que hace tres décadas. En general, nuestro clima se ha vuelto más irregular y algo más extremo.

¿Qué falta para que Alicante se blinde?

Hace falta una respuesta institucional firme. Que la escala regional apruebe un plan serio de adaptación al cambio climático con todo lo que ello implica de cambio en el modelo energético y territorial. Y que los municipios aprueben ordenanzas de cambio climático en este mismo sentido. Hay regiones españolas que están trabajando muy bien desde hace años este tema, por ejemplo el País Vasco. Es cuestión de seguir su ejemplo, adaptándolo a nuestras condiciones climáticas y socioeconómicas.

¿Como nos afectará la subida de las temperaturas en Alicante? ¿Y en el resto de Europa? ¿Puede sufrir turismo?

El clima será menos confortable en verano. Más caluroso, especialmente por las noches. Es decir perderemos, de hecho ya lo estamos haciendo, confort climático. Pero no tiene porqué ser un drama ni afectar negativamente al turismo. Al contrario, se va a poder prolongar la temporada alta turística hacia los extremos, es decir, hacia mayo y hacia octubre. Tendremos que adaptar nuestros edificios y nuestras ciudades para minimizar esa pérdida de confort climático. El sector más preocupante, a consecuencia de los efectos del calentamiento y la reducción de lluvias, es la agricultura. Debemos tener bien diseñado nuestro sistemas de abastecimiento de agua, en alta y baja. Y algunos cultivos de secano verán mermadas sus producciones. En Europa habrá lugares que se verán beneficiados por la subida de temperaturas, porque van a poder cultivar productos que ahora no pueden por el frío que soportan. En verano tendrán condiciones favorables en sus territorios como para desarrollar la actividad turística en mayor grado allí.

¿Y el aumento el nivel del mar? ¿Se ha llegado a hablar de desaparición de playas?

En absoluto. El Mediterráneo es uno de los mares menos expuestos a los efectos de la subida del nivel del mar, según los últimos modelos. Si se pueden incrementar los temporales de levante -como los que hemos tenido este invierno- y ello causará daños en la costa, especialmente en aquellos tramos que están ocupados de forma indebida

Y el tema del agua, ¿cómo se puede solucionar?

Planteando el tema con racionalidad. Si las sequías van a ser más frecuentes e intensas en España no podemos pensar en soluciones que no van a poder ocurrir, como los trasvases, porque no habrá agua para trasvasar. Ya lo estamos viendo este año. Y eso genera además conflictos territoriales, que se van a ir enconando cada vez más. Debemos tener pensadas soluciones alternativas. La desalación debe estar subvencionada para la agricultura. Europa debe comprender que así como se subvenciona algunas producciones agrarias que benefician a centroeuropea, debe subvencionar la producción de agua desalada porque es un bien necesario para la agricultura española. En eso se deben afanar nuestros políticos. Y también en pedir ayudas para mejorar nuestras depuradoras y hacerlas cada vez mejores. No se debe seguir pidiendo aguas foráneas que nunca van a llegar, engañando así a la gente con falsas promesas.