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«El Gobierno tiene la responsabilidad de abaratar el agua desalada»

Elena Cebrián deja claro que tanto el Consell como el Gobierno han cerrado el debate de la segunda toma de agua para el Júcar-Vinalopó

«El Gobierno tiene la responsabilidad de abaratar el agua desalada»

Elena Cebrián (Valencia, 1970) es junto a la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, una de las consejeras independientes del Gobierno de Ximo Puig, al que llegó por la cuota de Compromís. Ingeniera agrónoma, atesora una gran experiencia tras haber pasado por el Ministerio de Agricultura, en el que tiene plaza ganada por oposición.

Dos años de legislatura. ¿Podría citarme tres actuaciones de las que esté satisfecha y tres que considere están pendientes?

Estoy satisfecha con el proyecto de Ley de Estructuras Agrarias, muy necesario para superar las deficiencias estructurales del campo valenciano, así como de todo el esfuerzo que estamos haciendo por el sector pesquero, para darle visibilidad y reconocimiento, como la Ley de Pesca, que fue la segunda aprobada en esta legislatura, la puesta en marcha de las ayudas y la colaboración con el sector para la protección del Mediterráneo. Imprescindible destacar el cambio fundamental en la política de residuos, donde partimos de una situación caracterizada por el caos, situaciones judiciales y mucha contestación social en distintos ámbitos y en muchas comarcas. Estamos reordenando los consorcios, llegando a consensos por unanimidad y a punto ya de ultimar la revisión del Plan Integral de Residuos, que debe integrar toda esa nueva política.

¿Y pendientes?

Hemos de consolidar el nuevo paradigma de gestión forestal enfocada a la prevención de incendios, mediante la recuperación de las estructuras en mosaico agrícola/forestal. Una estructura basada más en especies autóctonas y que permita a nuestra superficie forestal adaptarse a los retos del cambio climático y reforzar la resistencia ante los incendios. Consolidar todas estas líneas de gestión forestal supone también un cambio sustancial con respecto a la política forestal anterior, basada fundamentalmente en el aprovechamiento y entendiendo el bosque como un mero productor de madera. Pero no estamos ante un productor de madera sino de servicios ambientales. En agricultura, tenemos que recuperar el papel de nuestro buque insignia, el IVIA.

La Comunidad Valenciana en general y Alicante reúnen las condiciones idóneas para ser la despensa de Europa pero el castigo de la sequía impide las dotaciones de aguas suficientes. ¿Hemos llegado a una situación límite?

Contamos con un gran sector agrario capaz de producir una amplia gama de productos, de ofrecer diversidad y mucha calidad, además de regularidad en una oferta en la que predominan frutas y hortalizas y donde la provincia de Alicante es puntera en muchos productos. Tenemos que continuar potenciándolo y es cierto que, para mirar el presente y el futuro con confianza, es fundamental contar con dotaciones suficientes de agua.

La sequía asfixia.

Trabajamos en la modernización de regadíos y uso racional del agua. Aspiramos a conseguir un mayor ahorro y ser aún más eficientes, aunque la provincia de Alicante sea una de las más eficientes en el uso de agua en regadío de toda España. Tenemos que continuar trabajando en esa línea y, desde luego, exigiendo al Ministerio de Agricultura que cumpla su parte y realice las inversiones que lleva años prometiendo, porque conocen muy bien la grave situación de sequía en las cuencas del Segura y del Júcar.

Rodríguez-Zapatero archivó el trasvase del Ebro

El Ministerio debe actuar con las inversiones y modificaciones necesarias para que la desaladora de Torrevieja produzca más, para que se combine el agua desalada con el resto de recursos hídricos, tanto el agua regenerada como el agua que, cada vez menos, está llegando del trasvase Tajo-Segura. Ahí tiene el Ministerio la principal responsabilidad y la capacidad para conseguir abaratar el precio del agua desalada y que sea asequible para todas las necesidades de riego de la zona. Respecto al cambio de chip, cabe entenderlo en el sentido de que tenemos que adaptarnos a unas nuevas situaciones y eso tiene mucho que ver con el cambio climático y con un horizonte de menos lluvias, mayores temperaturas o lluvias en épocas o en lugares no habituales. Tenemos que apostar también por la innovación y por nuevas formas de gestión. En cuanto a infraestructuras, debemos plantear las nuevas necesidades para desarrollar la capacidad de recuperar y recoger esa cantidad de agua que nos llega, por ejemplo, en lluvias torrenciales como las que hemos tenido este invierno y no han podido ser recogidas por nuestros embalses.

¿Veremos algún día un trasvase Júcar-Vinalopó de 80 hm³ al año?

En eso estamos trabajando, en recuperar y programar todas las inversiones necesarias para aquella parte de las obras del trasvase que corresponden a la Generalitat. Tenemos una programación de más de 40 millones de euros en varios años. Hemos hecho un esfuerzo considerable para adaptar el proyecto a la situación actual, paralizado por los anteriores gobiernos del PP. Hemos dejado muy claro ya cual deberá de ser la toma, porque hay que ir a solucionar los problemas y dejarnos de debates estériles.

De momento poca agua.

En este contexto, reiteramos la necesidad de que el Ministerio concluya la reparación de la balsa de San Diego, una infraestructura fundamental de regulación que de hecho ahora no está funcionando y, en consecuencia, perdemos la oportunidad de aprovechar más hectómetros cúbicos de agua a día de hoy podrían llegar a toda la zona regable del Vinalopó, de Villena y de l'Alacantí. Por eso, de momento, a corto y medio plazo me daría por satisfecha con llegar a 40 hm³.

Se cuestiona que la Generalitat no sea combativa con el aumento de la superficie de regadío en Castillla-La Mancha.

Hay que dejar atrás las guerras del agua. No podemos abordar la cuestión del agua como un enfrentamiento entre autonomías porque no vamos a llegar a nada, sino como una gestión de los recursos hídricos desde la responsabilidad compartida, donde cada cual asuma expectativas realistas de crecimiento en el uso del agua de regadío y de abastecimiento. Somos combativos pero desde el diálogo y desde el consenso técnico. Debemos abordarlo en un marco de negociaciones del Pacto Nacional del agua.

¿Está controlada la Xilella Fastidiosa detectada en la Marina?

Está controlada en el Castell de Guadalest. Hemos de contar con un buen sistema de seguimiento como así como con una buena red de trampeo de los insectos vectores que pueden transmitir estas enfermedades.

¿Cuáles pueden ser los cultivos del futuro?

Trabajamos en la innovación y de la investigación, pero también desde el punto de vista de la transferencia de tecnología, en tres ámbitos muy importantes. El primero es el cambio climático y las soluciones que la agricultura puede ofrecer a la mitigación y adaptación al cambio climático. Para empezar, por ejemplo, entre otros proyectos, en materia de suelos y sobre la capacidad que pueden tener los suelos agrícolas como sumideros de CO2, además de suponer un aporte orgánico para el suelo muy importante. También los trabajos sobre adaptación a condiciones de sequía, estrés hídrico o altas temperaturas. Otra línea de trabajo fundamental se refiere a la calidad diferenciada para reforzar y consolidar nuestras calidades y variedad.

¿Y la miel, los apicultores denuncian quema de colmenas?

Es un sector que se enfrenta a ciertas dificultades ambientales y de enfermedades como la Varroasis e invasiones como la de la avispa asiática. Debemos proteger nuestros rasgos de calidad diferenciada, dada la alta calidad y reconocimiento de las mieles propias. Por lo que se refiere a los casos de mortandad por actuaciones vandálicas, es algo que tiene que ponerse en manos de las fuerzas de seguridad.

¿Está la agricultura preparada para el cambio climático?

El sector agrario es uno de los que más puede paliar los impactos del cambio climático por esa capacidad de los suelos de absorber CO2 y reducir el balance de emisiones, pero también porque la protección de los suelos es clave para la retención de humedad y de los nutrientes que necesitan los cultivos. Somos uno de los territorios más vulnerables a la desertificación, por eso también es importante una gestión forestal sostenible que refuerce la capacidad que tienen los bosques para proteger los suelos. Hay que aprovechar, no obstante, que tenemos una enorme experiencia que hacer valer en la gestión de un recurso tan escaso como es el agua, sabemos manejar nuestros cultivos, nuestras instalaciones y sistemas de riego en condiciones de máxima eficiencia. En el sector agrario hay también una gran oportunidad de aplicar principios de economía circular, como es el aprovechamiento del compostaje de residuos.

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