El propietario de la réplica del Santísima Trinidad, Rafael Ibáñez, anunció ayer que prepara una nueva denuncia contra la Autoridad Portuaria de Alicante a la que acusa de dejar deteriorarse el «artefacto flotante» al prohibirle acceder al interior del caso «y así poder tener a dos personas a bordo para las labores de mantenimiento tan como exige la Ley; el Puerto nos ha cortado la luz y el agua y no nos ha dado el generador que prometió, y encima la puerta de entrada se ha caído a la agua por lo que no se puede acceder». Ibáñez, que espera la resolución del TSJ sobre su denuncia al traslado de la réplica, subrayó que «si tan mal está el barco no sé los motivos por los que lo han trasladado a un muelle sin abrigo y en el que al final van a conseguir que se hunda».

Mientras se decide el futuro de artefacto - en agosto hay hueco en un varadero según su propietario- el proceso de autodestrucción continúa y en la madrugada de ayer cedió el bauprés, un palo que sale desde la proa y se utiliza para ajustar las velas. El palo cayó sobre el muelle y ahí sigue, protegido por unas vallas. Carlos Bonet, miembro del consejo de administración denunció que «menos mal que ha caído ahora porque podía haberlo hecho encima de las personas que durante años han contemplado su deterioro en el muelle 4. Fue una irresponsabilidad dejarle amarrar donde ha estado tantos años".