Apenas cinco segundos. Lo que puede prolongarse un trago fresco para mitigar el intenso calor que sofoca estos días Alicante o la diferencia entre llegar en el momento justo o hacerlo tarde, a destiempo. Esos cinco segundos, ni uno más ni menos, marcaron ayer la diferencia en la mascletà de la pirotecnia valenciana Global Foc, que disparó un espectáculo vibrante, variado en los ritmos, con fases digitales de las que gustan, con un largo y potente terremoto terrestre, pero que en definitiva dejó frío al público más exigente, a los que buscan la excelencia propia de las Hogueras cada día del 19 al 24 de junio, en esos minutos que suceden a las dos de la tarde. Y todo por un último tramo aéreo que enmudeció durante esos cinco segundos la plaza de Luceros, donde se volvieron a dar cita miles de alicantinos pese a las altísimas temperaturas que se registran estos días en Alicante y que amenazan con continuar durante lo que resta de Fiesta.

El disparo de la pirotecnia valenciana, poco veterana en Alicante, superó, y de sobra, el tiempo mínimo que exige ahora el Ayuntamiento de Alicante para entrar en el concurso oficial, por lo que se explica todavía menos ese último tramo aéreo que convirtió una mascletà de altura, de las que no se olvidan en sólo unas horas, en una mascletà a la que le sobró ese último trago. Y es que esos cinco segundos de fuego aéreo, de una potencia impropia para un remate en la emblemática Luceros, deslucieron los anteriores seis minutos y doce segundos.

La mascletà arrancó con humo de colores, al igual que el día anterior. Luego se sucedieron los disparos aéreos, con remates intensos, incluso algunos brillantes. Con la entrada de las fases digitales sobre el entorno de Luceros empezó a coger intensidad la mascletà, con una variedad de ritmos que despertó un interés que fue de menos a más, con una intensidad que fue creciendo tramo a tramo hasta que las miradas se trasladaron al suelo, a esa fase terrestre que tanto gusta en Alicante y que se quedó con el protagonismo durante más de dos minutos.

Ahí la potencia creció más si cabe, hasta que se encendieron, en las cuerdas situadas frente a Los Claveles, decenas de «puntos» rojos que eran el preludio del gran terremoto final sobre un suelo que vibró hasta que el interés volvió al cielo, con mucho fuego aéreo. Y en ese instante, después de otro tramo digital, cuando la intensidad era máxima, cuando el público se preparaba para romper en la primera gran ovación de Hogueras, de repente la mascletà siguió más tiempo de la cuenta. Esos cinco segundos que acabaron por deslucir un disparo que, por instantes, llegó a encandilar a un público deseoso de esos finales que te obligan a apartar la mirada de las últimas cuerdas.