«En un momento comprendí que el futuro ya está aquí...». Radio Futura debió pasar por la Puerta del Sol, como reza en su «Enamorado de la moda juvenil», para cerciorarse de que Madrid era el epicentro de la moda, la música y un sinfín de inquietudes culturales en los 80. Quien no se moviera por la capital no existía, salvo honrosas excepciones. Hoy ya no es tan categórica esa afirmación. La banda de los hermanos Auserón presagiaba en su vanguardista y desenfadada canción que abre estas líneas que el porvenir era una realidad, pero la vida ha cambiado a ritmo frenético en estos 37 años. Sobre todo la tecnología y también la moda, que en parte no cambia sino que se reinventa, pero ése es ya otro tema.

Hoy en día los archiconocidos maniquís ochenteros de los que caían enamorados Radio Futura (y a los que los vigueses Golpes Bajos también dedicaron una canción) han pasado a mejor vida y quienes lucen las nuevas tendencias son gente de carne y hueso. Los escaparates, cada vez más obsoletos, han dado paso a una pantalla de móvil. La red lo abarca todo. Infinidad de jóvenes se ganan la vida en 2017 colgando en sus redes sociales fotos con productos de marcas de las que son imagen. La nueva moda, el márketing que arrasa en esta década. Muchos de estos maniquíes del siglo XXI son auténticos gurús y cuentan por miles (o cientos de miles) a sus seguidores cibernéticos -y por tanto, posibles compradores-.

La provincia de Alicante no se ha quedado atrás y presume de varios «influencers» de primer nivel. Basta una simple instantánea y un «hashtag» para crear un anuncio, en ocasiones, mucho más efectivo que cualquier campaña televisiva. Estos líderes surgen de la manera más inverosímil: te abres una cuenta en una red social, empiezas a subir fotos y un día una marca se pone en contacto contigo. Así de fácil y de difícil. A Elisa Serrano (@elisaserranot) le piden consejos para tener éxito y siempre responde lo mismo: «Ser uno mismo». Ella comenzó con un blog y ahora siguen sus publicaciones en Instagram 115 mil fieles. «Hace tres años una empresa me envió productos a cambio de que los sacara en una foto y ahora ya me ofrecen dinero sin yo pedirlo», comenta Elisa, que estudia Periodismo en Madrid. «Es increíble que me paguen por subir una fotografía», afirma. No obstante, Elisa recalca el trabajo que hay detrás de la pantalla del teléfono: «La gente piensa que vivimos del cuento, pero hay una elaboración previa muy grande». Relojes, cosmética, ropa, restaurantes, hoteles, su abanico es muy amplio y su caso, una rara avis: no tiene representante y contesta los correos ella misma. «A veces tardo semanas en responder, cuando termine la carrera quiero tomarme más en serio Instagram y sacarle más partido», concluye.

Por su parte, Alejandro Lillo (@alejandrolillo_) sí que está acompañado de esa figura, a la que prefiere llamar mánager, que le ayuda «tanto en la parte profesional como en la personal». En este sentido, Álvaro Antolí (@alvaroantoli) comenta que a él le ayuda mucho y le quita horas de trabajo, «pero yo soy muy ansioso, siempre leo todo y quiero contestar». Álvaro es también dj y es frecuente ver en su cuenta vídeos haciendo acrobacias. Compagina su trabajo de «influencer» con el de monitor de gimnasia artística y varios proyectos que pronto verán la luz. «Es importante tener varias vías abiertas por si un día se cierra alguna», matiza.

Las marcas rastrean las redes y eligen a sus modelos; ya no sólo miran el número de seguidores sino también las visualizaciones de cada fotografía, una herramienta que el pasado año añadió Instagram y que permite constatar el alcance real del anuncio. Además, existen muchas más variables a tener en cuenta: la hora de la publicación (con máxima audiencia como en la tele), el número de publicaciones o incluso el posado.

Dónde vivir y especializarse

Es obvio que en Madrid y Barcelona hay más variedad en casi todos los ámbitos, también en el mundo «influencer». Alejandro, residente en la Ciudad Condal, confiesa que su carrera repuntó desde que aterrizó allí, pero que «no es realmente necesario». A Álvaro la popularidad le llegó desde Alicante; no obstante acude a los eventos fuera de la capital de la Costa Blanca siempre que le costean los desplazamientos. Elena Vidal (@alicantestreetstyle), responsable del departamento online en un agencia de márketing y bloggera, es rotunda sobre este tema: «Todo depende del objetivo que tengas, mi finalidad es promocionar Alicante, no creo que los eventos en Madrid o Barcelona interesen a mis seguidores».

Precisamente esta especialización que comenta Elena es un factor muy importante en el éxito de los «influencers». La oriolana Alejandra Martínez (@ale_mcseven) compagina su trabajo de profesora con su actividad en las redes, en las que es imagen -junto a su hijo Mateo- de diversas marcas. También enfocaron sus perfiles Isabel Delima (@vidafityactiva) y Rafaela Martínez (@frommyglasses) hacia un sector muy concreto. Su perfiles de Instagram son una ventana a la vida sana y al mundo de los viajes, respectivamente.

Nadie mejor que ellos, residentes en Alicante y que cuelgan fotos en rincones idílicos de la ciudad, para publicitar la provincia. Algo que, curiosamente, todavía no se ha producido. «No sé si el Ayuntamiento sabe que existimos, lo cierto es que nunca se han puesto en contacto con ninguno de nosotros», se sincera Isabel.

África Barragán (@enestecaos), periodista alicantina especializada en moda, defiende la figura del «influencer»: «Son necesarios, me parece muy interesante cómo la publicidad evoluciona con ellos». Asimismo, afirma que las «marcas se benefician muchísimo, se hacen más cercanas». Y le salen más baratos. Quizás el futuro era eso.