Un error en la presentación de la solicitud para conseguir un puesto ha dejado a cuatro habituales feriantes de la Santa Faz apartados de la zona más concurrida por los peregrinos, pagando siete veces más de lo que pagaban otros años y con unos beneficios que no llegan a cubrir los gastos que supone vender en la zona.

Manuel López es el administrador de una empresa familiar de turrones de las más antiguas de la feria, una de las cuatro que se encuentran en esta situación, separadas del resto y en condiciones desfavorables. Este año, cuando fue a entregar la solicitud para pedir el puesto, se encontró con la sorpresa de estar fuera de plazo. «Cuando fui, se me había pasado la fecha por unos días. Era cuatro de febrero, la época en la que siempre lo hemos solicitado. Otros años incluso hemos entregado la instancia mucho más tarde», cuenta López.

Desde aquél momento, explica el administrador, trató de buscar a la persona indicada para que le ayudara a dar con una solución. «Hablé con trabajadoras del ayuntamiento y más tarde con la abogada. Trataba de hacerles ver que somos artesanos que datamos de 1770 y que llevamos viniendo toda la vida. Tenía que haber algo que pudiéramos hacer».

Pero finalmente no encontraron un modo de solventar el error. Todo apuntaba a que el turrón de obrador, las garrapiñadas con almendra Marcona y la fruta escarchada, entre otros productos, no iban a tener un hueco en la romería de este año, hasta que «ocho días antes» llamaron del ayuntamiento de Sant Joan a los comerciantes que no se habían percatado del adelanto de la presentación de la documentación: «Me dieron un número de teléfono y me dijeron que llamara si quería situarme en el recinto privado, donde están los coches de choque y el resto de atracciones».

El responsable del recinto citó a esta empresa y a otras cuatro, a las que les había sucedido lo mismo con la presentación de la documentación, para informarles de las condiciones.

Cuatro de ellos aceptaron, pese a que el coste de esta nueva ubicación, aseguran los feriantes, multiplica por siete el que les ha supuesto otros años. «Para estar aquí hemos pagado más de 600 euros y 200 de apertura, cuando el año pasado pagábamos un total poco más de cien», denuncia el administrador. Uno de los feriantes, «que vendía bastones desde hace cuarenta años, no aceptó porque le parecía una estafa», cuentan sus compañeros.

«No es normal que estemos encerrados en un recinto con cochecitos. Nos han hecho polvo. Somos vendedores de comida y artesanía, nuestro público es adulto», reivindica Leo, de Dátiles Ginés Llorens Torres, otro de los negocios afectados, quien explica que no han llegado ni a un 20% de las ventas de otros años.

«En Santa Faz siempre vendo 2.000 kilos. Este año me he traído una tercera parte y no he vaciado ni cuatro cajas, cuando eso no me duraba ni hasta la hora de comer del primer día», explica Leo, cosechadora de la empresa, mientras señala con el dedo su género. «Ayer vino gente que le había preguntado dónde estábamos hasta a la Guardia Civil. Los que nos compran siempre ni nos encuentran».

Manuel López, que cuenta muy descontento estar ganando siete veces menos de lo habitual, lanza su crítica: «A mí, sinceramente, aunque el dinero me es importante porque vivo de mi trabajo, lo que más me fastidia es que las administraciones se hayan empeñado en cargarse los puestos, algo más que típico en una de las romerías más importantes de España".