Cuentan las crónicas que en la iglesia de la Santa Faz de Alicante se encuentra «un rostro santo de grandísima devoción y veneración y de grandes milagros y gracias», recordaba ayer el Obispado. El origen de la tradición ancestral que los alicantinos rememoran hoy es un milagro ocurrido el 17 de marzo de 1489, cuando llevando en procesión el lienzo con el rostro de Jesús por una gran sequía, de su ojo derecho brotaron lágrimas. Poco después se construyó una iglesia, a la cual se le unió un monasterio, actualmente habitado por las monjas Clarisas, que durante el año custodian la Reliquia. Desde entonces, hace ya 528 años, peregrinar hasta el caserío forma parte de la vida de muchas familias.

Esta mañana se volverá a celebrar una ceremonia ancestral en la que el pueblo venerará a la Santa Faz, que por unos minutos será expuesta fuera del camarín blindado en el que permanece protegida el resto del año, renovando un protocolo que promulgó el rey Carlos II en 1669, gracias a un grupo heterogéneo de personas que son los grandes protagonistas de la jornada.

Porque, ¿quién es quién en la Santa Faz? Hay que diferenciar en primer lugar entre el cabildo eclesiástico y el municipal, que conforman juntos el Patronato de la Santa Faz para proteger y promover la Reliquia. En la parte religiosa las grandes protagonistas son las monjas de clausura de la orden clarisa franciscana que desde hace siglos custodian el lienzo con el rostro de Jesús y que viven intramuros, aunque hoy se dejarán ver algo más a través de las rejas durante la misa y en la tienda de recuerdos. Ahora mismo son nueve hermanas y al frente de ellas está la madre superiora Sor Expiración, de 86 años, que lleva 61 de ellos en el convento.

Junto a la zona de clausura está la iglesia, cuyo capellán es José Luis Casanova. Él se encargará de abrir dos de las cerraduras del camarín para extraer la Reliquia, y se la entregará al obispo diocesano Jesús Murgui, quien atravesará el templo en dirección a la plaza Luis Braille con ella bajo palio para oficiar la multitudinaria misa al aire libre de la Peregrina. Protagonistas de la extracción del lienzo sagrado son también los canónigos custodios, presentes durante toda la ceremonia de apertura y en la de retorno del relicario a su hornacina. Este año son los sacerdotes del cabildo de San Nicolás Joaquín Rodes y el ecónomo diocesano Martínez Noguera.

A su lado estarán también dos caballeros custodios, que lo son por tradición familiar. Con ellos arranca la representación civil. Se trata de Salvador de Lacy Pérez de los Cobos y de Eleuterio Llorca Martínez. Por el cabildo municipal, es decir, por el Ayuntamiento, hay un concejal encargado de abrir las otras dos cerraduras del camarín donde está la Reliquia con las dos llaves que se custodian en sede consistorial. Este año será el socialista Carlos Giménez.

Para que el acto se desarrolle siguiendo el protocolo del siglo XVII se necesita un notario, y de ello ejerce el secretario general del pleno municipal en funciones, Gonzalo Canet, que además se encarga de su lectura.

Con la Santa Faz en el exterior del templo presidiendo la misa, habrá un predicador. Este año es el sacerdote Luis López. Y hay una cofradía estrechamente unida a la Santa Faz. Se trata de la Verónica. Es la misma advocación. De hecho el monasterio se llama también de la Verónica. Más de 40 personas de esta cofradía que preside Alfredo Llopis colaboran estos días con las monjas en los preparativos y en la venta de recuerdos. Además, la imagen de la Verónica saldrán de la basílica de Santa María para saludar a la Peregrina a su paso por este templo alicantino. Y en la misa en la pedanía, a las puertas del templo, ayudarán a los sacristanes.

Menos políticos en el camarín

El camarín, por sus dimensiones, es lugar vedado durante la extracción y regreso del relicario. Este año se ha reducido la presencia de concejales y entrarán las principales autoridades del Consell, las Cortes, la Subdelegación del Ayuntamiento, los representantes eclesiásticos y los gráficos.