«Hoy os habéis esforzado en buscarme novio. Y yo digo que sí. Que suba, que le dé la mano para empezar una nueva relación. Por favor, Luis?». Con estas palabras, que sorprendieron a todos los presentes en la plaza de Florida Portazgo, el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, llamaba anoche al escenario al portavoz del PP, Luis Barcala, con quien ha mantenido en los últimos días un duro enfrentamiento que se inició con la denuncia presentada por los populares en Fiscalía y que se agravó cuando el socialista echó a la cuñada de Barcala, que hasta el pasado jueves trabajaba como interina en el Ayuntamiento.

El dirigente popular, tras escuchar la sorprendente invitación del alcalde, se giró a izquierda y a derecha, cruzó la mirada con su mujer y con su compañero José Ramón González (también edil del PP), antes de aceptar a regañadientes subir al escenario, con gesto algo más que serio y forzado por Echávarri, quien apenas tres horas antes le había acusado, vía Facebook, de «alardear» de la denuncia en Fiscalía y de jactarse de «hundirle» a él y «a su familia».

La tarde en Florida Portazgo, donde la Hoguera celebró la presentación de su Bellea y Damas para 2017, empezó con tensión en el ambiente. Tal era la atmósfera que se respiraba que Echávarri y Barcala se sentaron lo más lejos posible. Uno, el alcalde, estaba situado a un lado del escenario, mientras que el otro, el líder del PP, siguió el acto desde la otra punta, acompañado por el resto de autoridades: los concejales Natxo Bellido (Compromís), Fernando Marcos (PSOE) y el tránsfuga Fernando Sepulcre. Y no sólo Echávarri y Barcala estaban más que separados durante al acto, sino que la organización intentó que tampoco se cruzaran en los prolegómenos. De hecho, el presidente de la Federació, Manuel Jiménez, invitó a Echávarri, nada más verle aparecer en la plaza, a que llegara hasta la zona de autoridades por la «puerta de atrás», por un acceso situado al otro lado del escenario donde charlaban animadamente, haciendo tiempo, el resto de concejales.

Y así, tan separados en lo físico como en las relaciones personales, Echávarri y Barcala fueron testigos de uno de los «sketch» de un evento en el que la crítica política se hizo un hueco cada vez menos habitual en las Hogueras. Emulando un conocido programa de televisión [First Dates], la hoguera intentó tirar de coincidencias personales para emparejar al socialista y al popular. Ambos siguieron la escena con una sonrisa algo forzada, sobre todo el líder de la oposición. Lo que por entonces no sabía Barcala es que sólo unos minutos después, el regidor iba a pedirle que subiera al escenario para intentar escenificar una reconciliación que, por la cara del popular, no tiene visos de confirmarse. Terminado el acto, cada uno abandonó la plaza por su lado, sin volverse a cruzar.