Después de tres años de intensa sequía y de dos teniendo que recurrir a la compra de caudales externos para poder beber, la Marina Baixa vive estos días una situación de lo más paradójica. Los dos embalses de esta comarca, el del Amadorio y el de Guadalest, han vertido en menos de tres meses más de 100 hectómetros cúbicos de agua al mar, casi diez veces lo que bebe Benidorm durante todo un año, debido a la falta de infraestructuras para poder reconducir los cientos de litros caídos en los últimos episodios de lluvias hacia otras zonas de la provincia o reservarlos para el consumo en la propia comarca.

Ante esta situación, impensable a finales del pasado año, el Consorcio de Aguas de la Marina Baixa ha reclamado a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) que estudie fórmulas alternativas que permitan no desaprovechar un recurso tan valioso como es el agua. Entre las posibles actuaciones, fuentes de este organismo apuntaron la construcción de balsas donde redirigir el agua que llega hasta los embalses y en las que poder almacenar mayor cantidad de líquido; así como estudiar la viabilidad de recrecer las presas o de aprovechar episodios de intensa sequía, como el que acaba de finalizar, para vaciar los vasos y retirar lodos y tierras, parancrementar su capacidad.

De la nada al todo en semanas

El cambio experimentado por esta comarca en materia hídrica desde finales del pasado año ha hecho que se pase de la nada al todo en apenas unas semanas. A primeros de diciembre, las presas del Amadorio y Guadalest estaban en situación crítica, con poco más de medio hectómetro cúbico de agua embalsada en la primera -cuando su capacidad es de 15,8 Hm3- y poco más de 2 en la segunda, donde se pueden llegar a embalsar 13. Entonces, ante el temor a no poder garantizar el suministro para el consumo humano desde los primeros meses de 2017, el Consorcio comarcal acordó la solicitud de un trasvase de 7,5 hectómetros cúbicos, que pocos días después tuvo que cancelar.

El primer episodio de lluvias, registrado a mediados de diciembre, duplicó el nivel de agua embalsada y alivió las reservas subterráneas de esta comarca. Pero después vino el temporal de nieve y lluvias de enero y el episodio de gota fría de marzo, que acabaron por llenar hasta los topes ambas presas, los acuíferos y a hacer rebrotar fuentes naturales que llevaban años completamente secas.

Hasta hace escasamente unos días, tanto Guadalest como Amadorio no han parado de desembalsar agua, al seguir recibiendo aún la entrada de caudales desde fuentes como la de l'Arc. A pesar de haber abierto el grifo del agua potable a los regantes y de intentar aprovechar al máximo estos recursos, se ha tenido que verter agua al mar, al no quedar otra alternativa. Y eso es lo que quiere evitar por todos los medios el Consorcio de Aguas.

Además de reclamar a la CHJ el estudio de opciones con las que poder optimizar los recursos hídricos cuando hay en abundancia, el Consorcio de Aguas también ha solicitado a este organismo una revisión del protocolo de desembalse de las Normas de Explotación, sobre todo en lo que se refiere a las cotas de resguardo. A juicio de este órgano, los máximos en el caso de la Marina Baixa son muy restrictivos, debido a que el máximo de almacenamiento permitido en la suma de ambas presas es de 25,93 hectómetros cúbicos, cuando su capacidad alcanza los 28,83 Hm3. Por ello, además de solicitar su actualización a la CHJ, el Consorcio también va a encargar un estudio propio a la Universidad para demostrar la necesidad de revisar esos parámetros.