Tumbado en su cruz de madera, el Cristo Morenet de los hombres del mar regresó anoche al Mediterráneo. La imagen, anónima de finales del siglo XV y una de las más antiguas de la Semana Santa de Alicante, se abrió paso por la tarde tocada por su red de pescador entre el mar urbano de cables, esta vez sin problemas, frente a lo que ocurrió el domingo, cuando el paso del Cristo de las Penas se enganchó en el tendido de una churrería en la Rambla, retrasando al paso más de una hora.

El problema se arregló con la retirada del cable y el Morenet pasó por la Carrera Oficial rumbo al Postiguet sin incidencias. Era de noche y su estampa se recortó minutos después frente al mar en el regreso a la ermita de la Virgen del Socorro, donde tiene su sede desde hace 21 años. Desfiló sobre un lecho de flores rojas por el paseo de Gómiz, a la vera de la playa, ante la mirada curiosa de los turistas, y subió por la estrecha pasarela y después por las escaleras pegadas a la falda del Benacantil gracias a sus esforzados costaleros. Esta talla fue la primera de Alicante sometida a un estudio radiológico para determinar su edad. Ayer, escoltada por la banda de cornetas y tambores de Tómbola y la agrupación San Francisco de Asís, la imagen se volvió a pasear luciendo esa pátina bronceada a causa del humo de las velas que da su color oscuro a la valiosa escultura. Heredera de la cofradía de pescadores de San Andrés y Santiago del siglo XVIII, el escudo de la cofradía es una aportación de la Comandancia de Marina, de la cofradía de pescadores, la Junta del Puerto y de la propia hermandad de Semana Santa. De hecho, los representantes de estas entidades iban en el cortejo presidencial de la procesión.

Cuando la imagen del Morenet se dirigía hacia la fachada marítima, la hermandad del Prendimiento y Nuestra Señora del Consuelo celebraba en la plaza del Ayuntamiento el encuentro de sus imágenes titulares. La procesión llevaba ya casi cinco horas en las calles, de hecho es una de las más largas ya que se inicia en el Museo Arqueológico de Alicante y baja hacia el centro cruzando buena parte de la ciudad.

Fue fundada entre antiguos trabajadores del desaparecido Hospital Provincial, de ahí sus colores verde y blanco, en referencia al vínculo sanitario. Abría el cortejo el paso de El Lavatorio, de Antonio García Mengual, estrenado en el año 2000, un trono a ruedas con la escena de Jesús lavándole los pies a San Pedro con San Juan y Santiago como testigos. Después apareció El Prendimiento, que el mismo autor talló en 1996, imagen de Cristo que lucía la medalla de mayordomo de honor de la cofradía California de Cartagena, un paso que también lleva un soldado, a hombros de costaleros, con un gran olivo destacando en el trono.

Cerraba Nuestra Señora del Consuelo, del mismo imaginero, con su llamativo manto verde y dorado, vestida por José Luis de la Cerra, y realzada con un arreglo de flores blancas, portada sólo por costaleras. Cuando la procesión, con sus dos bandas de música (Nuestra Señora del Consuelo y La Sinfónica de Crevillent) pasó ante la parroquia de la Misericordia se celebró el ya tradicional encuentro con los pasos del Cristo del Gran Poder y Nuestra Señora de la Esperanza, que tendrán su salida procesional el Miércoles Santo. En la fila de autoridades iba el presidente de la Junta Mayor de Semana Santa, Alberto Payá.

Había ganas entre los cofrades y costaleros de las cuatro procesiones del Lunes Santo de que llegara la Semana Santa tras el año en blanco de 2016 cuando no pudieron salir a las calles por la lluvia pese a que los tronos suelen ir preparados con plásticos.

Igual que el Cristo del Morenet cruzó parte del Casco Antiguo, también hizo lo propio la procesión de la hermandad Agustina de Nuestro Padre Jesús Despojado de Sus Vestiduras.

Pese a que tienen su sede en el colegio agustino, la imagen titular salió de la ermita de San Roque a media tarde sobre un nuevo trono tallado en Orfebrería Orovio de la Torre de Ciudad Real, al que se añadieron, y con ello queda finalizado, las imágenes que estaban en las capillas de San Agustín, San Roque, San Juan XXIII y San Nicolás.

El Cristo, vestido por la camarera Isabel Mañas y con un arreglo floral en morado, bajó a «recoger» hasta el Convento de las Monjas de la Sangre, a la Virgen del Amor y del Buen Consejo, arreglada por las camareras Fina Botella, Celeste Hernández y María Jesús Rodríguez. Del convento también salió el paso de la Cruz de los Niños, esta última con los respiraderos del trono, los varales de carga y los remates repujados reformados.

Entre tambores, los de la Unión Musical de Pinoso, se abrieron paso por el Casco Antiguo los tres pasos juntos para desembocar en la Rambla y luego en dirección hacia la Concatedral de San Nicolás, donde terminó la procesión con un encuentro de los pasos al acabar la estación de penitencia. También les acompañaron la agrupación musical de Tobarra y l´Harmonia.

A la misma hora que salía la procesión de la hermandad Agustina asomaban a la calle en la plaza de la Montañeta dos pasos con sede en la parroquia de Nuestra Señora de Gracia: el Cristo de la Humildad y Paciencia, con su impresionante trono de madera labrada; y la Virgen de las Lágrimas, ambas del imaginero Hernández Navarro.

Esta hermandad, surgida gracias al impulso de otras cofradías y a los comerciantes del centro de Alicante, realiza desde hace unos años un llamativo acto para iniciar la procesión. Se trata de la apertura de puertas por el clamator, a la que ayer se añadió otra innovación: cuando salía la imagen titular del templo, sonó un toque de campana por los difuntos de la Humildad y Paciencia.

Este año la cofradía se ha hermanado con el colegio San Raimundo de Peñafort, que salió con una banda de música abriendo el cortejo delante de la cruz de guía. En cuanto a la Virgen de las Lágrimas, estrenó una corona en plata estilo rococó. También era nueva la vara dorada del hermano mayor presidida por una imagen de la Inmaculada Concepción en marfil.

Destacaba en este desfile de Semana Santa el incienso envolvente y los austeros hábitos monacales de sus hermanos de fila en una estación de penitencia medieval que tuvo otro momento destacado en la entrada por la puerta negra de la Concatedral de San Nicolás. Los pasos del Cristo de la Humildad y la Virgen de las Lágrimas regresaron a su templo con más recogimiento conforme iban subiendo, ya de vuelta, por las estrechas calles de San Francisco, Castaños y Barón de Finestrat. Acompañaban la comitiva el subdelegado del Gobierno, José Miguel Saval; y el edil del PP Luis Barcala, entre diversos representantes del Ayuntamiento.