El 19 de septiembre de 2016 es una jornada para anotar en la historia de los Sala Martínez. Tras el consejo de administración que se había celebrado dos meses antes (en el que los votos de las tres hermanas, frente al de su madre y el primogénito, provocaron la destitución de éste al frente de los negocios familiares), ese día tuvo lugar una junta de socios calificada como «desagradable» y donde se produjeron varios hechos relevantes y ligados entre sí.

A saber: el cese de Mar, Antonia y Fuensanta Sala Martínez como miembros del consejo gracias al voto de calidad de su madre, que por primera vez hacía uso de la polémica acción de oro considerada por la Policía móvil de su asesinato y cuyo traspaso al hijo mayor también se abordó en esa junta. Traslado al que instaba el expresidente de la CAM Vicente Sala en su testamento y que fue aprobado del mismo modo que el punto anterior, es decir, con la participación privilegiada que otorgaba al bloque formado por Vicente Sala Martínez, su madre y su tía el 79,32% de la cuota de decisión frente al 20,68% de las tres hermanas, que votaron en contra. Un acuerdo que, no obstante, no pudo inscribirse en el Registro Mercantil al requerir un cambio estatutario que hace precisa la unanimidad, no sólo la mayoría.

Otros miembros

Pero en esa junta, en la que estalló la guerra que venían manteniendo los dos bandos por el control del holding, hubo otro hecho destacado. Por primera vez asistieron otros miembros además de la viuda, la cuñada y los cuatro hijos del fundador del entramado empresarial. A la mesa de la sala de reuniones se sentaron ese día los tres hijos de Mar, los dos de Antonia, el mayor de Fuensanta y, también excepcionalmente, Miguel López, casado con esta última y quien acudió en representación de sus dos hijos menores en vez de hacerlo su mujer. El sospechoso de la muerte de su suegra es el único yerno en la historia empresarial de esta familia que ha asistido a una junta de socios.

La presencia de los nietos (los únicos que no acudieron o no estuvieron representados fueron los dos hijos de Vicente) obedeció a la donación de una acción por parte de cada una de las hermanas a cada uno de sus hijos dentro de su estrategia en la batalla empresarial, y que ellas justificaron en la participación del resto de los miembros de la familia en el máximo órgano de la sociedad.

Aunque no consta que Miguel López tomara la palabra, lo que sí aparece reflejado en el acta de aquella junta, que ya obra en poder el juez que investiga el asesinato de María del Carmen, es que votó en todos los puntos alineado con su mujer y sus cuñadas y en contra de la postura de su cuñado Vicente, de su suegra y de la hermana de ésta.

Además del traspaso de la acción de oro, a aquella junta se llevó un reparto de dividendos de más de millón y medio de euros con el que ni la víctima ni su hijo estaban de acuerdo, lo que provocó la intervención de uno de los nietos que preguntó a su abuela si era consciente de que en caso de que no hubiera reparto, como asó ocurrió, «podía estar privando a sus nietos de la formación académica». Una interpelación a la que María del Carmen respondió leyendo un texto manuscrito en el que constaba: «Sabéis que he sido y soy buena madre y abuela, y lo seré siempre, como también he sido buena esposa de vuestro padre y abuelo y seré fiel a su pensamiento y voluntad siempre igualmente». Una nota que también se ha incorporado al sumario.