Como querían vecinos y comerciantes, la plaza Puerta de San Francisco vuelve a llamarse Calvo Sotelo. La antigua rotulación ha vuelto esta misma semana al céntrico enclave de forma anónima y sin acto organizado por el gobierno local, como sí han hecho en el caso de la División Azul o de Jaime Niñoles, en el marco de la reposición del callejero franquista a la que se ha visto obligado el tripartito que gobierna el Ayuntamiento por mandato judicial.

Ésta es una de las 46 calles, plazas y parques que se cambiaron de nombre en aplicación de la Ley de Memoria Histórica, proceso que después paralizó una juez de Alicante de forma cautelar tras estimar un recurso del grupo municipal popular en el Ayuntamiento.

El PP planteó en sus alegaciones «que algunos cambios no están justificados como el de la plaza de Calvo Sotelo, así como que el acuerdo de cambio de nombre de vías públicas debió adoptarse en pleno municipal por tratarse del órgano competente, como consta en el acuerdo plenario por el que se creó la Comisión Municipal de Memoria Histórica». Los populares alertaban del posible «perjuicio económico» para los comerciantes afectados y el daño moral «de difícil reparación» para los vecinos, a quienes «no se ha consultado» la modificación del nombre de las calles.

Porque en el caso de la plaza de Calvo Sotelo los vecinos y comerciantes se oponían a la supresión de la nomenclatura original. Recogieron más de 1.200 firmas y colocaron carteles en las fachadas de diversos edificios de la plaza de Calvo Sotelo con el mensaje «No al cambio de nombre». A la vez, argumentaron que la medida «perjudica a muchos y no beneficia a nadie» ya que «Calvo Sotelo fue un diputado anterior a la Guerra Civil, ejecutado por sus ideas».

Vecinos consultados insistieron ayer en que «flaco favor se está haciendo al tildar a Calvo Sotelo de franquista, porque fue perseguido y asesinado, cuando era un demócrata con unas ideas determinadas. La ley de Memoria Histórica está mal hecha porque está solo para un bando y los dos se portaron fatal». También la hoguera se manifestó en su momento a favor de mantener su nombre, con el que lleva desde el año 1940, y que figura en todos sus estandartes.

Mientras tanto continúa el proceso de reposición de calles franquistas con la retirada de las nuevas placas. Mañana viernes le toca el turno a Miquel Grau, que murió asesinado por un ladrillo lanzado desde un balcón en Luceros por un fascista en 1977. La calle volverá a recuperar los rótulos de García Morato.