Miran el móvil cada 5 minutos, lo que supone 200 veces al día, y olvidárselo en casa puede desencadenar un auténtico síndrome de abstinencia. La cifra de adictos al teléfono no deja de aumentar y para muchos expertos el problema se nos empieza a escapar de las manos.

«Se estima que hasta un 6% de la población entre 18 y 40 años está enganchado al móvil. En los institutos aún se les frena y no les dejan usar el móvil en clase, pero en cuanto acceden a la Universidad la cosa se desmadra», señala Enrique Madrid, psicólogo experto en adicciones de la Fundación para el Análisis, Estudio y Prevención de las Adicciones (Aepa), que gestiona en la Comunidad Valenciana varios centros de día para el tratamiento de conductas adictivas. Estas cifras comienzan a tener su reflejo a nivel clínico. Y es que la Conselleria de Sanidad atendió el año pasado a 22 personas en la provincia de Alicante por problemas de adicción a las tecnologías, entre ellas el móvil, internet y las redes sociales. De estas asistencias, 8 se prestaron a menores de 18 años. Se trata de un fenómeno muy nuevo, por lo que su crecimiento es exponencial, como lo demuestra el hecho de que en 2015 fueron 12. Cabe recordar que con Ley de Salud aprobada a finales de 2014, la Conselleria de Sanidad incluyó por vez primera en su cartera de servicios el tratamiento hacia este tipo de nuevas adicciones. Estas asistencias se prestan en las Unidades de Conductas Adictivas.

Aunque existen adicciones a las redes sociales, a internet o a los juegos on line, para Enrique Madrid el móvil las ha potenciado y agravado porque «es como una navaja suiza, se utiliza para todo: navegamos por internet, chateamos con amigos, jugamos...».

El problema para este experto es que este fenómeno todavía no ha dado la cara. «A muchos padres no les preocupa que sus hijos permanezcan horas mirando el móvil, porque ellos mismos también están continuamente mirando la pantalla. No creen que pueda haber un problema que requiera de tratamiento». Sin embargo, para este psicólogo no estamos ante una moda pasajera, sino ante un lucrativo negocio. «Los beneficios brutos de la industria de la telefonía móvil alcanzan los 33.000 millones de euros al año y al navegar en la red nosotros mismos somos productores de datos que después se trocean y se venden. El negocio es enorme».

Aunque el fenómeno es muy nuevo ya hay expertos que apuntan a que el hecho de que las nuevas generaciones estén creciendo con un móvil en la mano dejará huella en su personalidad. «Todo lo obtienen de una forma tan rápida que los chicos se están acostumbrando a que todo tiene que ser en el momento, lo que va en detrimento de pararse y reflexionar las cosas».

El propio Madrid lo nota en sus charlas. «Estas hablándoles 5 minutos y se aburren. Todo debe ser corto, intenso y a otra cosa». Un comportamiento que puede estar contribuyendo a crear una generación con menos tolerancia a la frustración.