Dentro de unos días pondremos fin a la estación de invierno. Si bien desde hace años las estaciones han difuminado su calendario y su comportamiento, seguramente a causa del proceso de calentamiento térmico planetario que se registra.
Este invierno ha sido excepcional en lo atmosférico en la provincia de Alicante. Ha sido un invierno «otoñal» por la cantidad de lluvia acumulada y porque las temperaturas, salvo algunas jornadas de frío, han resultado más templadas de lo que se espera para la estación más fría del año. Pero lo singular es, sin duda, el dato de lluvia acumulado en muchos observatorios provinciales. En todos los casos las lluvias superan, desde el inicio del año hidrológico el pasado 1 de octubre de 2016, el 100% de lo que se considera normal en los primeros seis meses de este período. Y en algunas localidades se rebasa incluso el 200%. En muchas poblaciones de la provincia de Alicante y también de la región de Murcia ya se ha recogido hasta ayer, toda la lluvia normal de un año. En apenas seis meses. Es lo que tiene la precipitación en el litoral mediterráneo. El comportamiento irregular entre años y entre los meses de un mismo año es la norma. Desde 1988/89 no teníamos un invierno tan lluvioso en su conjunto.
El mapa que ofrece el Boletín Hidrológico de nuestro país, para este invierno, resulta insólito. El territorio donde más lluvia se ha acumulado en estos meses es, precisamente, el sureste peninsular, la región habitualmente más seca de Europa continental. Esto suele ocurrir cuando, tras un episodio intenso de El Niño, como el que hemos vivido entre 2014 y 2016, la circulación en el Atlántico Norte presenta asimismo un desajuste. En efecto, el llamado índice de Oscilación del Atlántico Norte, se encuentra en fase positiva. Y eso quiere decir que hay más situaciones anticiclónicas en el norte de Europa, pero se forman más gotas frías en su sector meridional, es decir, en nuestra península Ibérica y sus mares aledaños. Esto explica, en gran medida, las precipitaciones torrenciales del pasado diciembre, las lluvias, nieve y viento del pasado enero y las trombas de este marzo. Y también que nuestro mar Mediterráneo lleva años más cálido de lo normal, incluso en invierno. Ayer teníamos 19º C frente a las costas de Alicante. Nada que ver con los 17º C que se registraban a comienzos de los años ochenta en este mismo sector y en marzo.
Y hay más datos que hacen de este invierno una estación excepcional. Ayer se registraban 150 litros en amplias zonas del campo de Alicante en tan sólo 12 horas. Es el tercer dato más importante de lluvia acumulada en un solo día, registrado en el observatorio de Ciudad Jardín desde 1940. Los otros dos datos corresponden a las inundaciones de septiembre de 1997 (271 mm) y octubre de 1982 (220 mm). Pero el dato de ayer se ha registrado en invierno, en la estación teóricamente menos «convectiva» del año en el litoral mediterráneo. Todo esto habla de la pérdida de regularidad de las lluvias en nuestra zona que vienen demostrando los registros de lluvia.
Una reciente tesis doctoral defendida en la Universidad de Zaragoza, elaborada por un joven investigador de raza, Roberto Serrano, ha comprobado este hecho. La cantidad anual de lluvia en amplias zonas del litoral de la Comunidad Valenciana y Murcia ha aumentado muy ligeramente, pero ha disminuido el número de días de lluvia. Es decir, ha aumentado la torrencialidad de la lluvia. A raíz del temporal del pasado diciembre, señalábamos que el riesgo de «gota fría» ya no se restringe al otoño, como se decía. Ahora en cualquier mes del año pueden caer trombas de 100 o 200 litros en un día. Y esto es importante para la planificación de las emergencias.
Hay otro dato relevante del temporal de ayer en la ciudad y comarca de L´Alacantí: las obras antirriadas realizadas tras la inundación de 1997 han funcionado perfectamente. También el parque inundable de La Marjal. Aguas de Alicante ha realizado en los últimos años obras básicas para la ciudad y comarca que nunca podremos agradecer bien. Pero se siguen inundando bajos, garajes, locales en zonas de anegamiento. Lo que nos habla de dos cuestiones a solucionar en el futuro. Se han ocupado zonas que nunca se debieron edificar y eso habrá que tenerlo en cuenta en los PGOUs de los municipios de la comarca. Y, en segundo lugar, la red de colectores todavía sigue siendo insuficiente para asumir cantidades de más de 100 litros en pocas horas.
De nuevo, felicidades a las fuerzas de seguridad, al cuerpo de bomberos y a Protección Civil por la labor realizada. No me cansaré de repetir que tenemos la mejor estructura de gestión de las emergencias de toda Europa, especialmente en la Comunidad Valenciana. Seguramente porque hemos aprendido a golpe de desastre y eso nos ha servido para mejorar continuamente los protocolos.
Una reflexión final: el clima en nuestro territorio, en 2017, ya no es el mismo que el de hace tres o cuatro décadas. Podemos seguir poniéndonos una venda en los ojos y obviar estos cambios que están en relación, casi con toda seguridad, con el desajuste que estamos provocando en el balance energético de nuestro planeta. El calentamiento térmico planetario trae estas consecuencias en nuestra región. El comportamiento de la atmósfera se hace más irregular, más anárquico. Y ello nos obliga a estar más y mejor preparados para adaptarnos a este nuevo patrón de lluvias. La labor es conjunta de administraciones y ciudadanos. Ayer, afortunadamente, no hubo pérdida de vidas humanas, aunque sí muchas imprudencias de gente que quiso hacer su vida normal en plena tromba de agua. O nos tomamos en serio la necesidad de una educación efectiva para el riesgo en nuestro territorio o volveremos a vivir, cada vez con más frecuencia, situaciones de angustia como la de ayer ante estos episodios extremos. Y la culpa no es de la naturaleza ni del clima.
