La reposición de las placas de las calles franquistas de Alicante, que se iba a iniciar por mandato judicial ayer por la tarde, se volvió a aplazar tras un intercambio de pareceres entre los concejales de Estadística, Daniel Simón, de Guanyar, y Memoria Histórica, María José Espuch, de Compromís, quien le habría afeado la idea de empezar por Las 27 Constituyentes coincidiendo con el Día de la Mujer. En el transcurso de la discusión, las tesis de la edil se habrían impuesto a las de Daniel Simón, partidario de sustituir las placas ayer mismo.

Así lo confirmaron fuentes municipales, que explicaron que Espuch habría apostado por aplazar a mañana viernes el arranque de la reposición de las placas fascistas para dar pie a que colectivos ciudadanos puedan expresar su protesta públicamente contra los populares, cuyo recurso, estimado por la juez, obliga al Ayuntamiento de Alicante a reponer las placas franquistas ya retiradas. Son 70 de las 76 previstas en calles, parques y plazas de Alicante en aplicación de la Ley de Memoria Histórica.

Simón, por su parte, dijo a este diario que el procedimiento ya estaba en manos del personal de Estadística y aseguró desconocer por qué no había empezado el cambio.

El jefe del área explicó, por su parte, que no se pudo poner en marcha la reposición por un problema de logística. Según afirmó, la empresa encargada de colocar las placas franquistas, la misma que las quitó, llevaba varios días trabajando en Castellón, y aunque sus empleados volvieron ayer a Alicante, «les venía muy justo para ir al almacén de Memoria Histórica de las Cigarreras, donde están las placas, hacer el inventario, cargarlas en la furgoneta y empezar a cambiarlas». Tampoco está claro cuál será la primera placa en reponerse pese a que desde Estadística aseguraron que se empezaría por Las 27 Constituyentes, en San Blas, y que las siguientes serían Maestras de la República y otras del barrio de Babel. Sea como sea, hoy está prevista una reunión del tripartito para establecer el calendario.

A voces en la Junta

La Junta de Gobierno de este pasado martes no concluyó con la aprobación de una nueva modificación de la ordenanza sobre licencias urbanísticas y ambientales. La mayoría de los ediles del equipo de gobierno que asistieron a la reunión, una vez terminado el orden del día y la urgencia incluida a última hora, empezaron a hablar sobre la última polémica en el seno del tripartito. En este caso, la división interna (con PSOE y Compromís por un lado y Guanyar por otro) se ha producido por el acatamiento, promovido por el alcalde, el socialista Gabriel Echávarri, del auto judicial de medidas provisionales que obliga al Ayuntamiento a reponer las calles franquistas.

De hecho, tras esa Junta, el regidor firmó un decreto (el primero fuera de las competencias que gestiona directamente) para evitar un delito de «desobediencia», según reclamó el PP al juzgado un mes después de que la jueza dictase el auto, y el consiguiente apercibimiento judicial a Echávarri.

En la conversación tras la reunión interna, fuentes presentes en la sala de la Junta de Gobierno confirmaron ayer que la concejala Julia Angulo (Guanyar) «estalló» y se dirigió «a gritos» a sus socios de gobierno, en una nueva muestra de la tensión que vive el tripartito. «Está muy nerviosa tras las últimas polémicas que le han afectado, como que el pleno haya reducido sus competencias en Participación Ciudadana o que el gerente del Patronato de la Vivienda haya ascendido a su mujer», aseguró ayer un edil presente en la reunión, mientras que otro señaló que Angulo se mostró «muy poco dialogante» tras la reunión del martes.

Pero de la edil de Guanyar no sólo destacaron sus desproporcionadas formas, sino también el fondo de sus palabras, ya que llegó a poner sobre la mesa la posible ruptura del pacto que mantiene a PSOE, Guanyar y Compromís al frente del gobierno local, asegurando que era un «engaño» para la gente. Lo hizo en presencia del vicealcalde, Miguel Ángel Pavón (Guanyar), y del portavoz del tripartito, Natxo Bellido (Compromís), junto a otros ediles de las tres formaciones. Por entonces ya no estaba el alcalde, que abandonó la sala tras completarse el orden del día y la única urgencia.