Convencido de la inocencia de su cuñado Miguel. El otro yerno de la viuda de Vicente Sala, Abacuc Méndez, aseguró ayer ante el juez que investiga el asesinato de María del Carmen Martínez que no pensaba que el sospechoso de matar a su suegra tuviera nada que ver con los hechos, y que no había visto nada que le indujera a pensar lo contrario. El marido de la mayor de los Sala sostuvo que su cuñado «es un pedazo de pan», y que, no le veía capaz de matar. Méndez se mostró convencido a la salida de su comparecencia de que, en caso de no haberse perpetrado el crimen, los enfrentamientos familiares a cuenta del control de la empresas «se hubieran solucionado en ocho meses, era sólo una cuestión de tiempo».

El juzgado que investiga la muerte a tiros de la víctima en las instalaciones de Novocar, un negocio de automoción propiedad del grupo Sala, celebró ayer la tercera ronda de declaraciones de testigos, en la que estaban citados tanto trabajadores como clientes de la empresa, así como personal del servicio doméstico de la familia.

Hoy está prevista la inspección ocular del escenario del crimen para analizar cuáles eran las condiciones de iluminación de las instalaciones en el momento en que se produjeron los disparos. El detenido por el asesinato ha renunciado a su derecho a estar presente en esta prueba y permanecerá en prisión mientras la comisión judicial visita el lavadero donde María del Carmen Martínez recibió los disparos en la cabeza que acabaron con su vida el pasado 9 de diciembre.

Al margen de las tensiones

Durante su declaración judicial de ayer, Abacuc Méndez admitió que existían enfrentamientos entre dos facciones de la familia por el control del grupo, aunque señaló que él estaba totalmente al margen del conflicto a causa del cáncer que padece y que procura llevarse bien con todo el mundo. Méndez incidió en que pensaba que el móvil del crimen estaba en los negocios en Sudamérica de la familia, aunque tampoco tenía conocimiento de ninguna amenaza concreta. Su referencia se limitó a la cantidad de noticias sobre secuestros que cada día llegan desde Colombia. También dijo que el cese de su cuñado en el consejo de administración del holding familiar por sus hermanas fue para que «recapacitaran» él y su madre.

La noche del asesinato fue Abacuc Méndez quien tuvo que acercarse a casa de su cuñado Vicente Sala Martínez a comunicarle que su madre había sido asesinada a tiros. Según explicó, él se había quedado en la finca familiar mientras que las tres hermanas fueron directamente a Novocar aquella noche al ser informadas de lo ocurrido. En un primer momento, no quisieron decir nada a Vicente porque no pensaron adecuado que viera a su madre tirada en el suelo, declaró. Méndez pensó que de estas manera su mujer intentaba ahorrarle, por la enfermedad que padece, el mal trago de informar a su cuñado del asesinato. Poco después, fue el propio Vicente Sala quien llamó a Abacuc para enterarse de qué ocurría al haber recibido una llamada de un amigo que le dijo que a su madre le habían pegado un tiro. Ante esta llamada, Abacuc se desplazó a la casa de su cuñado para explicarle todo lo ocurrido, noticia ante la que el primogénito de los Sala se acabó desplomando.

Entre los testigos que declararon ayer se encontraba también María de los Milagros Jaén, que ha sido empleada doméstica de los Sala durante los últimos veinte años y sigue siéndolo. La testigo admitió la formación de dos bandos en la familia en los últimos meses a causa de las tensiones empresariales, aunque intentó no tomar partido por ninguna de las facciones. Así, mientras por un lado sostuvo que María del Carmen Martínez siempre tuvo la ilusión de reconciliarse con sus hijas, pero que éstas no querían; por el otro aseguró que aunque Miguel López tenía un pronto violento, enseguida se le pasaba.

Otros testigos interrogados ayer fueron trabajadores del taller de Novocar la noche del crimen. En la comparecencia se les llegó a preguntar a algunos de ellos si recordaba que Miguel López se hubiese cambiado de ropa desde que se marchó de Novocar esa noche hasta que regresó de su casa tras avisarle de que habían disparado a su suegra, un detalle que con los nervios de la noche nadie recordó. Tampoco respaldaron los empleados del taller que Miguel López se quedara charlando con ellos un largo rato antes de irse a casa. Según manifestaron, fue un breve intercambio de palabras y uno de ellos ni siquiera llegó a darse cuenta de que Miguel pasara por allí.

Presiones

Por contra, el director de Novocar y de Solmar, José Fernando Bleda, rompió una lanza a favor del sospechoso, con el que lleva trabajando más de dos décadas y relató al juez las supuestas presiones que habría recibido Herminio Fuentes (el empleado que halló malherida a la víctima) por parte de la mujer de Vicente Sala. Unas presiones que no confirmó Estanislao Brotons, otro de los empleados del negocio de automoción.

Entre los testigos, dos clientes de Novocar que se encontraban en las instalaciones en los instantes previos al crimen. Las preguntas fueron dirigidas a determinar cuál fue la hora a la que Miguel López se marchó de establecimiento. Uno de ellos, con el que también charló un rato Miguel antes de irse, dijo que sólo le saludó brevemente al llegar a comprar una furgoneta. Al marcharse de allí, llegó a coincidir con él en la carretera, un momento que las cámaras de tráfico sitúan a las 18.38 horas. El otro testigo que trabaja en otro negocio de vehículos y es propietario de un desguace en las instalaciones fue quien alertó a la Policía de que esa tarde había echado a dos individuos de raza árabe del establecimiento, lo que motivó la apertura de una línea de investigación.

Mientras las acusaciones incidieron en que todos los testigos se habían reafirmado en lo dicho ante la Policía, para el abogado de la defensa, José Antonio García, los indicios contra el detenido «se están cayendo» con los interrogatorios.