Fernando, Ginebra, Patrick, Isabel o Lucas. No son los nombres de pasajeros de El Altet, aunque podrían. Son los halcones que vuelan todos los días en el aeropuerto de Alicante-Elche, cientos y cientos de kilómetros, con el objetivo de evitar la presencia de aves que puedan poner en peligro los aviones en su maniobra de aterrizaje o despegue.

Y es que en un aeródromo por el que el año pasado pasaron más doce millones de viajeros y que sumó más de 87.000 vuelos, la seguridad no solo es cuestión de la Policía o la Guardia Civil.

Desde hace décadas, los aeropuertos utilizan a los cetreros para evitar posibles incidentes que se escapan del control de los humanos, como son los vuelos de las aves, ya sean aisladas o en grupo, que pueden impactar contra los aviones.

Para ello, catorce halcones están preparados y se alzan por el cielo todos los días del año, haga calor o frío, llueva o haya viento. El responsable de que todo funciones es Juan Brizuela, que dirige el equipo de cetreros desde el año 2002 en el aeropuerto.

Se trata de una profesión totalmente vocacional, en muchos casos que pasa de padres a hijos. Desde los primeros rayos del sol hasta que anochece, los halconeros recorren con las rapaces el aeropuerto para ahuyentar a las aves. El experimentado cetrero deja claro que la labor que realizan consiste en «minimizar riesgos, evitar que haya más impactos, se trata de disuadir a las aves, en ningún caso los halcones vuelan para cazar».

Los halconeros enseñan a las rapaces a que confíen en ellos y aprenden a comer en el señuelo. Se trata de una concienzuda labor, que lleva miles de horas de entrenamiento, para conseguir el objetivo.

Es entonces cuando los animales, en la extensa zona de campo de vuelo del aeropuerto, erguidos, con la cabeza alta, aguardan a que su «maestro» les dé luz verde y se lanzan, con sus majestuosas alas, a su trabajo. «Su recompensa es la comida, las rapaces no cazan, es una labor respetuosa con el medio ambiente, más sostenible», insiste Brizuela.

Los halconeros llevan un exhaustivo control de todos los halcones, que incluye pesarlos todos los días y comprobar si tienen enfermedades o bacterias: «Tienen un metabolismo rápido y un aparato digestivo delicado, así que hay que estar muy pendientes de ellos».

Los cetreros, que también utilizan cohetes para asustar a las aves, se encargan de controlar las especies, de elaborar un censo de animales y de coger a aquéllos que los aviones atropellan.

Respecto a si los pasajeros están seguros , afirma que, «aunque no se den cuenta, todos los días se producen impactos de aves en los aviones», pero pone un ejemplo clarificador:«Es como los mosquitos que chocan contra los coches,ni nos enteramos, no pasa nada».

Así que, cuando suban a un avión o estén a punto de aterrizar, recuerden que en el cielo, además de los aviones, hay otro tipo de guardianes,con plumas, patas y picos, que velan por que a las aeronaves no les pase nada.