El trabajador que se encarga de lavar los vehículos en Novocar ha mantenido en varias declaraciones prestadas ante la Policía que sobre las 10.30 horas del 9 de diciembre le entregaron el coche de la fallecida y una hora más tarde lo dejó limpio y estacionado fuera del lavadero, sin que sepa quién pudo meterlo de nuevo por la tarde en el habitáculo donde le dispararon poco antes de las siete de la tarde.
Este empleado ha declarado asimismo que sabía que Miguel López podría acabar detenido porque la semana del crimen tuvo un comportamiento extraño, fuera de lo habitual, además de detectar un gran estado de nerviosismo que no había mostrado durante los años anteriores.
En sus declaraciones también ha explicado que recibió instrucciones para trasladar muebles tanto el lunes 5 de diciembre como el viernes. El día del crimen, sobre las 17 horas, le dijo Miguel López que «fuese tranquilo, sin prisas y que me marchara a casa cuando terminara» los viajes, lo que le pareció extraño porque su jornada concluye a las 19 horas. Sobre las 18.10 realizó el último viaje y cuando regresó a las 18.55 horas se dirigió al lavadero que estaba con las luces apagadas, momento en que vio a una persona con la cabeza y el pecho ensangrentados, por lo que fue a pedir ayuda sin que reconociera a María del Carmen.
Cuando el lunes Miguel dejó en el lavadero el otro coche de María del Carmen, un Honda CRV, el responsable de Novocar le explicó que su suegra «es muy desconfiada, no se cree que los coches se los lleva limpios».
