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Un vago recuerdo entre sus vecinos

El presunto asesino dejó Benetússer hace más de dos décadas, cuando se casó con Fany, y sólo volvía de visita

Fachada del local que durante años albergó Novocar en Valencia. m. gonzález

Quien lo conoce bien, no quiere recordar y quien no apenas lo conocía, ni siquiera lo recuerda. Mal día hoy para preguntar en Benetússer por Miguel López Pérez, después de que la Policia Nacional lo detuviera en su mansión alicantina a primera hora del miércoles como presunto asesino de su suegra, nada menos que la viuda del que presidió durante años la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), Vicente Sala.

Miguel, un Leo de 49 años que hace honor a la fama que les atribuye el horóscopo, nació en el seno de una familia adinerada de Benetússer. Su padre, Miguel de la Torre porque era oriundo de ese barrio valenciano tan pegado a Benetússer que casi se confunden ambos municipios, procedía de parentela de pocos posibles, pero se echó una novia de familia bien, Margarita, hija del afilador que con el paso de los años se había hecho con el monopolio del negocio de las sierras en un pueblo, el de Benetússer, erigido en la cuna del mueble valenciano hasta el desembarco de las multinacionales.

De ese matrimonio nació Miguel, un chico «muy normal», coinciden sus vecinos, que creció y estudió en el pueblo, y que con la mayoría de edad y la conclusión del bachillerato se fue a estudiar a Valencia, a la universidad. Unos pocos creen que Económicas; los demás, ni siquiera lo saben. O eligen no dar detalles. Allí fue donde conoció a su esposa y madre de sus tres hijos, Fuensanta Eva Sala Martínez, Fany, la menor de los cuatro hijos -tres mujeres y un varón- de Vicente Sala y de María del Carmen Martínez, esta última muerta de dos tiros en la cabeza el pasado diciembre, supuestamente a manos de su yerno.

El noviazgo con la entonces estudiante de Farmacia se prolongó unos años y acabó en boda. La presencia de Miguel en Benetússer fue espaciándose más y más. Ahora, en este municipio de l'Horta Sud no salen de su estupor. Nadie se explica que un hombre como Miguel esté detrás de ese asesinato a sangre fría. Los vecinos se dividen entre los que dudan de que haya sido él y los que defienden que «se le ha tenido que ir la cabeza... ¿Por dinero? Algo más habría ahí... O eso parece por lo que se está publicando...», aventura una mujer cerca de la casona familiar donde crecieron Miguel y sus hermanas.

Precisamente con una de ellas se fue el mismo miércoles la madre, que ha preferido dejar por un tiempo la casa donde ha criado a sus hijos y pasado casi toda su vida para no afrontar las miradas de sus vecinos, las preguntas de los más osados y evitar a los medios de comunicación. «Uy, ya han venido varias teles por aquí, preguntando», explica el dueño de un bar próximo, «pero no sabemos nada, llevamos poco tiempo aquí».

Una vecina explica que «tanto Marga como sus hijos han sido siempre unas bellas personas»· El miércoles la vieron barriendo el bajo que en su momento albergó la empresa que regentaba su marido, Miguel López, padre del detenido. La relación entre ambos se había deteriorado porque el padre era un hombre «especial, de carácter muy fuerte» refieren los más allegados. Eso sí, señalan que esa tirantez fue el origen por el que el hijo espaciaba cada vez más las visitas. Esa situación cambió tras la muerte del padre. «Desde entonces venía bastante por aquí a ver a su madre. Venía con su mujer y sus hijos, pasaban el día y luego regresaban a Alicante», rememora otra vecina.

Durante unos años, y al parecer con el patrimonio del suegro, Miguel regentó una sucursal de Novocar en el 133 del camí Real, en término de Valencia, pero a pocos metros de Benetússer. El negocio acabó por ir mal y cerró.

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