Tras dos meses de pesadilla, el establecimiento de venta de vehículos Novocar regresaba aparentemente a la normalidad ayer. Una calma tensa reinaba en el ambiente. La zona de exposición y venta permanecía abierta al público y en el taller se trabajaba a pleno rendimiento. Aunque la normalidad real posiblemente tardará mucho más tiempo en recuperarse. Todavía quedaban cámaras de televisión frente al local, pero pocos de los empleados querían hablar, ni saber nada de las cámaras o de prensa.

Tras el revuelo de los últimos días, la rutina parecía haber vuelto al establecimiento. El establecimiento tenía sus puertas abiertas y se atendía a los clientes con total normalidad, como si fuera otro día más de trabajo.

La plantilla ha vivido en muy poco tiempo hechos traumáticos. Por un lado, la muerte a tiros de María del Carmen Martínez, la propietaria del negocio, dentro del local cuando recogía su coche del lavadero. Fueron los empleados quienes hallaron a la víctima todavía con vida poco después de recibir los disparos. El otro ha sido la detención del administrador de la empresa como presunto autor material del asesinato. Toda la tensión de la noche del crimen se revivió el miércoles por la mañana cuando vieron llegar a su jefe esposado con la Policía y recorriendo las instalaciones en un registro. Nadie quería hablar.

«Están todos conmocionados», aseguró ayer un hombre que se identificó a la salida del establecimiento como amigo del detenido. Este conocido aseguró que Miguel es «una persona encantadora» y que él le veía incapaz de matar a tiros a su suegra. «Puedes discutir con alguien de tu familia, pero eso no te convierte en un asesino», recalcó.

Incluso algunas de las personas que conocían al ahora detenido se mostraron sorprendidos por el despliegue policial durante el registro en la empresa, ya que les parecía desmedido. «Parecía que habían detenido al Chapo Guzmán», aseguraba el responsable de un bar al que Miguel López solía ir a desayunar desde su lugar de trabajo.