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Joyería Espinosa, otro adiós de un comercio centenario

Fue fundada en 1918 por el abuelo de las propietarias

María Fernanda y Cristina Pilar Cortés

«Lleve un reloj de Espinosa y no piense en otra cosa». Los alicantinos de cierta edad recordarán este eslogan, que se hizo famoso en la ciudad poniendo de moda los artículos de esta joyería que fue fundada en 1918 en un local que Cristóbal Espinosa adquirió en la calle López Torregrosa,y que hace medio siglo se trasladó a Duque de Zaragoza, también muy cerca de la Rambla. Otro negocio centenario que vive sus últimos días ya que las actuales propietarias, hermanas y nietas del fundador, echarán el cierre en febrero al jubilarse y no encontrar sucesión en sus hijos, que tienen sus empleos y no desean dar continuidad a un trabajo «superduro, artesanal y de riesgo». Así lo describe Cristina Espinosa, que junto a María Fernanda ha llevado el negocio en los últimos 7 años, desde que falleciera el padre de ambas, quien muy joven heredó la joyería del abuelo fundador. Un cese más de actividad que se suma a los 250 cierres de comercio del último año en Alicante.

Con cierta nostalgia, Cristina explica la historia del eslogan de su abuelo, que hizo famosa la joyería «gracias a un señor con pinta de humilde que llegó un día a la tienda. Era poeta y traía unos papelitos con unos versos. A mi abuelo le hizo gracia, le dio algo y se quedó con el eslogan. Al cabo de los años, el hombre volvió hecho un pincel y le dio las gracias porque le había ayudado cuando pasaba un mal momento». En estos días, y buscando entre los recuerdos, Cristina ha hallado una serie de pequeños cristales que antaño se utilizaban para hacer publicidad de la joyería, que llevan la dirección de la tienda pionera en López Torregrosa, y el teléfono que tenía, de cuatro dígitos. En esos cristales se tallaba la imagen de aquella joyería pionera, en la que también vendían gafas.

«El abuelo montó la tienda en López Torregrosa en el año 1918. Y primero estuvo en una relojería de la calle Castaños, que ya no existe, que estaba llena de aprendices. Él empezó allí», cuenta. .

El negocio pasó de manos del abuelo al padre de Cristina y María Fernanda, de nombre también Cristóbal. «Nuestro padre estaba volcado en la tienda pero a la vez era muy herculano y de Hogueras, y presidió una barraca. El alcalde de entonces, Fernando Flores, le invitó a presentarse de concejal, y estuvo siete años. También se volcó y eso que no cobraba nada». Hizo octavillas con el lema «Vote a Espinosa y no piense en otra cosa», que tiraba desde los coches y «salió número 1». «Eso nos dio bastante nombre y venían muchos clientes, sobre todo franceses».

En esa época del padre inmerso en la política, la madre, que tiene 88 años, trabajó mucho al frente de la joyería. «Luego seguimos nosotras, con una crisis bastante importante, hemos mantenido el negocio con cuidado y los pies sobre la tierra, como nos enseñó nuestro padre, que tenía por norma la serenidad y la honradez, y hemos salido bien paradas».

Al ser más joven, María Fernanda, de 61 años, -su hermana tiene 66- lleva más tiempo en la joyería. «Ella se casó antes, además tuvo cuatro hijos y yo dos. Me vine con mi padre a los 25 años.Nos da pena pero ella se jubila, y no me apetece quedarme sola. Hay que hacer inversiones bárbaras, la competencia es tremenda y siempre nos ha gustado tener lo último», apunta María Fernanda, que habla con admiración de su padre. «Era agradable con todo el mundo. Por ello, la joyería era una casa emblemática en la ciudad. Ha sido toda una vida unida a la tienda, compartiendo tanto con nuestros padres. Nos apena por él. Nosotras estamos mentalizadas y creo que será para mejor. Hemos tenido bastantes experiencias -entre ellas dos robos- y no tenemos ganas de más. Hay que aceptar la vida como viene. No queremos estar todo el día esclavizadas. Esta actividad agota». Y el que sus descendientes no quieran el legado ha sido la puntilla.

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