Cuando se pregunta a los turistas que vienen a Alicante por lo que piensan visitar, prácticamente todos aluden a la playa y al castillo de Santa Bárbara. Los hay que conocen la Explanada y quienes se interesan por el casco antiguo. A partir de ahí, poco o nada. Alicante no es una ciudad pródiga en monumentos, pero hay lugares de sobrado interés para justificar una visita, algunos, para bien o para mal, tan poco difundidos que incluso personas de la propia provincia desconocen su existencia. El caso más obvio es el de el barrio de Santa Cruz con sus casas blancas, sus imposibles escalinatas sobre la ladera del Benacantil y sus flores, que ofrece una imagen completamente distinta del resto de la ciudad y asombrosa para quienes traspasan por primera vez la plaza del Carmen. En Santa Cruz, excepto en sus fiestas o en Semana Santa, cuando se llena de gente, todavía se ve a los vecinos sentados en la puerta de sus casas charlando, y apenas se ve a algunos turistas deambulando por las callejuelas. También vale la pena pasear por San Roque, igualmente tranquilo, y llegar hasta su ermita y, por supuesto, es imprescindible visitar el casco antiguo tanto de día como de noche en las vísperas de festivos cuando se llena de jóvenes en sus incontables bares y pubs.

Obviamente las playas son uno de los principales atractivos de la ciudad de sobra conocidos, especialmente la del Postiguet integrada en el caso urbano. En la Albufereta vale la pena dar una vuelta por el pequeño pueblecito que conforman las viviendas de la colonia Romana sobre todo en verano con los niños jugando y los vecinos cenando al fresco. De paso, los amantes de la arqueología pueden visitar el yacimiento de El Tossal de Manises donde se ubicaba la ciudad romana de Lucentum, la antigua Alicante, en una colina en la Albufereta. Quienes busquen un baño tranquilo incluso en verano, pueden disfrutar con las calas de El Cabo de las Huertas, un espacio protegido que, en parte, se ha librado de la especulación urbanística. Menos tranquila pero igualmente interesante es la reserva marina de Tabarca, uno de los puntos de buceo más demandados del Mediterráneo por su excelente estado de conservación, sus praderas de posidonia y la importancia de la biodiversidad de sus fondos marinos.

El centro de la ciudad tampoco carece de interés. No se puede visitar Alicante sin pasar por la Explanada, pero vale la pena adentrarse un poco más por el centro comercial para ver algunas de las plazas románticas de la ciudad como la de Gabriel Miró, el Portal de Elche o el paseo de Canalejas con sus ficus centenarios, así como disfrutar de la animación de otros puntos como la plaza Nueva o la de calvo Sotelo. Los museos, el paseo del puerto, los edificios de la fachada marítima, las salas del castillo, las vistas desde la Ereta o la Serra Grosa... Y hay quien dice que en Alicante no hay nada que ver...

Playas: El privilegio de vivir de cara al mar

De Urbanova a la Playa de San Juan, Alicante es sinónimo de playas destacando la del Postiguet por encontrarse en el casco urbano de la ciudad a un minuto del Ayuntamiento y del casco antiguo. Todas las playas alicantinas disponen de juegos infantiles e instalaciones deportivas. El Ayuntamiento proyecta unir todo el litoral alicantino con un paseo como el que ya existe frente a la cantera con unas impresionantes vistas al mar.

Tabarca: Una joya histórica y medioambiental

A 22 kilómetros de Alicante, la isla de Tabarca es una cita ineludible. Por la calidad del agua, su playa y sus calas, para bucear y disfrutar de la reserva marina o para darse un baño, miles de personas la visitan cada año. Es imprescindible ver el pueblo del siglo XVIII con la iglesia de San Pedro, el museo, el faro y el torreón así como probar su famoso caldero. La isla adquiere todo su encanto cuando sale el último barco de pasajeros, por lo que es aconsejable pasar allí la noche.

La Explanada: El símbolo de la ciudad

La seña de identidad de la ciudad para los alicantinos es la Explanada, el famoso paseo de medio kilómetro frente al puerto que se construyó a mediados del siglo XX. Está compuesto por seis millones y medio de teselas que dibujan un mosaico ondulado de colores rojo, azul y blanco, los colores de Alicante. Los conciertos de la Concha, los puestos de artesanía y los bares y restaurantes hacen de esta zona una de las más transitadas.

El barrio de Santa Cruz: Flores y casas blancas

Con sus casas blancas decoradas con vivos colores, sus rejas y celosías, sus escalinatas y sus cientos de macetas y flores, el barrio de Santa Cruz es el más pintoresco y bello de Alicante. Durante las fiestas de las Cruces de Mayo y la Semana Santa, el barrio se llena de vida con la presencia de miles de alicantinos, pero es aconsejable perderse por sus calles cualquier día de la semana y disfrutar de sus rincones y de la tranquila vida del barrio.

Ficus centenarios: Los tesoros del centro

Un paseo por el centro de Alicante permite visitar los ficus centenarios y, de paso, la hermosas plazas que los albergan, desde el paseo de Canalejas al portal de Elche y a la plaza Gabriel Miró. En esta última se encuentra el ejemplar más grande catalogado en España, con 120 años de edad, más de 20 metros de altura y una copa de casi 40 metros de diámetro.

Cabo Huertas: La otra costa

El Cabo de las Huertas forma una gran extensión de costa con pequeñas playas y calas vírgenes en las que prima la paz y la tranqulidad frente a las concurridas playas cercanas. El acceso a algunas de las calas no es fácil por lo que en algunas de ellas se practica el nudismo. Con todo, un sendero entre la Albufereta y la playa de San Juan permite recorrerlo en su totalidad con relativa facilidad.

MARQ: Uno de los mejores museos de Europa

En Alicante hay importantes museos como el de Arte Contemporaneo (MACA) el Mubag, el de Hogueras, el de las Aguas, el de belenes o el Museo Arqueológico (MARQ). Este último, didáctico, innovador y divertido, fue declarado mejor museo de Europa en 2004. Dedica parte de su espacio al método arqueológico con escenografías y audiovisuales y en él destacan sus interesantes exposiciones temporales como la de los Vikingos que acoge hasta marzo de 2017.

Casa Carbonell: Vestigios de una ciudad señorial

La Casa Carbonell, ubicada al inicio de la Explanada, es, junto a la Casa Lamagnière, un ejemplo de lo que hubiera podido ser la fachada litoral alicantina si la especulación urbanística no la hubiera destrozado. Obra del arquitecto alicantino Juan Vidal Ramos en 1925, acoge viviendas y oficinas.

El castillo de Santa Bárbara: El más turístico

Ubicado sobre el monte Benacantil, su origen hay que buscarlo a finales del siglo IX con la dominación musulmana. Fue remodelado por los cristianos en el siglo XIV y fortificado y reformado en el XVI. Abierto al público desde 1963, el castillo de Santa Bárbara es el monumento más visitado de la ciudad ya que además del interés de la fortaleza, desde él se observan las vistas más impresionantes de la ciudad.

Casco Antiguo: Rincones con historia

El Casco Antiguo de Alicante acoge algunos de los principales edificios de la ciudad, desde el Ayuntamiento a la concatedral de San Nicolás, el convento de las Monajs de la Sangre, y la basílica de Santa María. Por la noche sigue siendo una de las principales zonas de ocio y fiesta con decenas de bares y pubs.