«Mi hijo, con 14 años, no salía, no tenía amigos y sus resultados en el instituto eran cada vez más desastrosos. Su madre y yo no sabíamos qué ocurría». Así cuenta su experiencia Luis, el padre de un chico que estudia en un instituto de Alicante y que prefiere no dar su nombre completo ni más datos «porque ahora se han olvidado de él». Luis y su mujer se dieron cuenta de que su hijo sufría ciberacoso cuando lo encontraron llorando frente al móvil. «Nos quedamos helados. Le llamaban subnormal y cerdo, le decían que la chica que le gustaba se reía de él. En otro mensaje alguien le decía que lo iban a coger en el aseo del instituto si decía algo y que lo iban a llenar de mierda y a subir un vídeo a internet. Y muchas más cosas». A los padres de este joven le costó mucho solucionar el problema ante la negativa del chico a hablar del caso. «Llegamos a temer que hiciera una locura. Le daba vergüenza y no quería denunciarlo». Ahora, con 16 años y nuevos compañeros, el problema parece haberse solucionado.

Otros no tienen esa suerte y acaban necesitando ayuda psicológica ante un problema cada vez más grave por el carácter amplificador de las redes sociales. «Antes cuando te acosaban se enteraba tu grupo y poco más. Ahora se entera todo el mundo. Todo se amplifica, y es algo durísimo sobre todo a una edad en la que el grupo es básico», señala Víctor Cabrera.