Alicante rentabiliza su patrimonio inmueble. Tres años después de que el propietario del grupo hostelero Nou Manolín, Vicente Castelló, adquiriera junto a un socio, Pedro Vilanova, la Casa Alberola, el edificio diseñado por el arquitecto José Guardiola en 1894, una de las joyas arquitectónicas de la ciudad, pese a su destrucción parcial durante el feroz desarrollo urbano de los años 60, ya tiene futuro para al menos 20 años. Una empresa mallorquina gestora de hoteles con encanto ha arrendado el edificio para reconvertirlo en un establecimiento «boutique» y gestionarlo durante 20 años, según ha podido saber este periódico de fuentes del sector turístico de la ciudad.

La intención de la empresa es transformar su interior en un hotel con 45 habitaciones y salones para reuniones, y ya ha entregado toda la documentación en la Concejalía de Urbanismo, porque la intención es poder inaugurar a finales de 2017. La mercantil tiene una larga experiencia en la gestión de hoteles de este tipo en Murcia, Andalucía y Palma de Mallorca. La operación está muy avanzada y se enmarca en el concepto de creación de un hotel urbano, no muy grande, que servirá, además, para dinamizar la zona y crear empleo. Actualmente, en la ciudad de Alicante funcionan 35 hoteles con unas 3.200 habitaciones que están viviendo uno de los mejores momentos de su historia.

La Casa Alberola ha sido, y es, un exponente revelador de los desmanes del desarrollismo urbano de los años 60 del siglo pasado, cuando se derribó su parte central para levantar un bloque de viviendas ajeno al conjunto ideado por el arquitecto José Guardiola. Fue acabada de rehabilitar en agosto de 2011 tras unos trabajos que se prolongaron a lo largo de cinco años, periodo en el que la fachada permaneció recubierta con una malla y andamios.

La restauración se centró en la parte del edificio que compraron Castelló y Vilanova, la que forma esquina con las calles Ramón y Cajal y Canalejas. El mal estado del inmueble y los desprendimientos de algunos elementos externos forzaron a colocar una red protectora en 2007, cuando el Ayuntamiento de Alicante obligó a los propietarios, bajo amenaza de multa, a restaurar el inmueble. Los dueños encargaron los trabajos, pero los trámites se alargaron hasta 2010, cuando se obtuvo la licencia municipal para la rehabilitación, que fue realizada por la arquitecta Beatriz Martín.

En primer lugar, se procedió a derribar los tabiques del interior y las partes del forjado que, por su deterioro, era imposible recuperar. Posteriormente, los trabajos se centraron en reforzar la estructura del inmueble y en la rehabilitación de la fachada y la cubierta.

La tarea más laboriosa fue la restauración de la cúpula de escamas de cerámica vidriada que corona el torreón cilíndrico de la esquina del edificio. En cuanto a la fachada, el principal trabajo consistió en la limpieza de la piedra original, lo que le devolvió claridad y luminosidad al exterior del edificio.

Una vez reforzada la estructura y culminada la restauración de la envoltura del edificio y de los elementos que corrían algún riesgo, quedó pendiente la redistribución del interior para que el edificio, que anteriormente albergaba viviendas, pudiera destinarse a oficinas.

Según expertos consultados por el periódico, el interior del edificio está muy bien conservado tras la restauración.