La Policía Local de Alicante anda revuelta. El plan de reestructuración lanzado por el alcalde de la ciudad, Gabriel Echávarri, que acaba con la especialización en el Cuerpo y divide la ciudad en cuatro distritos en los que todos los efectivos harán de todo, ha prendido la mecha de un colectivo desmotivado, envejecido, sin medios y con cuarenta efectivos menos que en 2011, cuando se produjeron las últimas incorporaciones. Un paisaje que choca de plano con el que parece ser el primer objetivo del regidor por encima de otras consideraciones: llenar las calles de agentes. Propósito harto complicado con la plantilla actual salvo que volviera a producirse el milagro de los panes y los peces.

Con esta pretensión, la de conseguir una presencia policial permanente cueste lo que cueste (o quizá, también es posible, sin percatarse de lo que cuesta), encargó el primer edil una nueva organización a Diego Maroto, un inspector de Policía delegado durante años del Sindicato Profesional de la Policía Local y Bomberos (SPPLB) con el que ha compartido el que era su bufete y al que ha nombrado jefe del Servicio Jurídico Administrativo de la Concejalía de Seguridad. Y el resultado ha sido un proyecto que se elaboró mal pero que, tal y como ahora se está viendo, se ha tramitado aún peor.

Sin contar con quienes tienen que ponerlo en práctica, el plan se ha confeccionado de espaldas a un colectivo cuyos mandos estallaron primero en una reunión y después a través de un reguero de informes en los que, apoyados en cifras y reflexiones de quienes conocen el trabajo desde dentro después de años desempeñándolo, exponían las ventajas de mantener unidades como la de Ocupación de Vía Pública, encargada de servicios tan polémicos como los veladores, el botellón y la venta ambulante, que el nuevo plan elimina. O alertaban de los riesgos de unir una unidad encargada de un servicio tan necesitado de especialización como es la Violencia de Género con la de Atestados, dedicada a investigar accidentes, en lo que parece que se ha dado una acertada marcha atrás.

Lejos de valorar si de los argumentos recogidos en estos escritos se podían extraer ideas con las que mejorar el contestado plan, tanto desde la Alcaldía como desde la concejalía a cuyo frente figura el socialista Fernando Marcos, aunque en realidad quien la dirija sea Maroto, se han centrado todos los esfuerzos en localizar a quienes han filtrado esos documentos para hacerles pagar por ello. Con un traslado, con la retirada de incentivos o con ambas cosas a la vez.

Y mientras siguen en ese empeño, el mismo Echávarri que primero negó la existencia de las críticas y después llamó vagos a quienes ponían reparos al nuevo organigrama (las quejas venían de los que no querían dejar la salita y salir a la calle, llegó a decir) ha dado un paso atrás abriendo la puerta a replantearse el plan si la cosa no funciona.

Como no creo que un servicio de estas características sea el idónea para andar probando, supongo que al primer edil no se le escapa que la meta que anda buscando pasa indefectiblemente por un aumento de los efectivos. Un incremento que no sólo puede lograrse con nuevas incorporaciones sino, y además, evitando medidas que contribuirían en la práctica a reducir la ya menguada plantilla.

En este escenario, no tendría sentido que saliera adelante la propuesta que ahora están valorando los sindicatos de mejorar las condiciones de un servicio que va sobrado de voluntarios como es el el 7x7 (trabajar una semana y librar otra) con compensaciones horarias que a la postre repercutirían en la disminución del número de policías disponibles. O que con un personal envejecida se potencie el pase a segunda actividad a la que, por edad, podrían acogerse cerca de un centenar de los 550 efectivos con que cuenta en estos momentos el Cuerpo.

Dos planteamientos ahora en estudio que obviamente redundan en beneficio de la situación laboral del colectivo (¿ entienden ahora la tibieza de la respuesta sindical al plan y el que hayan tenido que ser los propios mandos los que se hayan lanzado, en solitario, a cuestionar el invento?) pero que no contribuyen a que se pueda lograr esa presencia policial que tanto ansía el alcalde, a quien ni siquiera como plan B veo implorando para que se vuelva a repetir lo de los peces.